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“¿Qué le puedo decir yo a un joven que no cree en Dios?”, responde Papa Francisco

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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 09/09/17
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El Pontífice recordó el dolor de las familias en la época de los sicarios de la droga. ¡Que no falten vocaciones en ninguna comunidad, en ninguna familia de Medellín! “¿Qué le puedo decir yo a un joven que no cree? Lo último que tienes que hacer, es decirle algo”, expresó el papa Francisco en el encuentro con los sacerdotes, los religiosos, las religiosas, los consagrados y sus familias en el Centro La Macarena, Medellín, en la tarde del 9 de septiembre de 2017.

“Empieza a hacer  – continuó -, empieza a comportarte de tal manera que la inquietud que él tiene adentro lo haga curioso y te pregunte por tu testimonio, puedes a empezar a decir algo. Es tan importante ese callejear la fe, callejear la vida y esa es la vid a la que se refiere Jesús”.

En la segunda región de Colombia, pero la primera en vocaciones y en el envío de misioneros fuera y dentro del país, Francisco habló de una vocación “en la experiencia de Jesús que sale a nuestro encuentro, que nos primerea y que de ese modo nos ha captado el corazón”.

Lamentó que hayan “vocaciones al agua de rosa, como decía mi abuela”. Pero, manifestó que existen muchas en Medellín. “Otros no saben si creer o no” y aludió a los que hacen voluntariado “Y sin saber que lo llevan (a Dios), lo llevan.

Unas 12.000 personas llenaron la gradas del Centro la Macarena. El Papa llamó al público presente: “¡Queridas familias, ¡queridos «paisas»!, gentilicio de la zona de Antioquia.

Sicarios de la droga 

Recordó los sicarios de la droga que golpearon la calma de la ciudad de Medellín y de sus familias. “Me evoca tantas vidas jóvenes truncadas, descartadas”, manifestó.

“Los jóvenes son naturalmente inquietos, inquietud tantas veces destruida, engañada por sicarios de la droga. Medellín me trae ese recuerdo: Me evoca tantas vidas jóvenes truncadas, descartadas , destruidas.

Los invito a recordar, a acompañar luctuoso cortejo. A pedir perdón para quienes destruyeron las ilusiones de tantos jóvenes, pedirle al Señor que convierta sus corazones. A pedir que acabe esta derrota de la humanidad joven”, afirmó.

 

Igualmente, invitó a pedir perdón por estos seres que causaron daño y fueron una derrota de la “humanidad joven”.

El papa Francisco sorprende a los ‘paisas’, comparando el buen fruto de las vocaciones al plato típico de la región hecho de maíz molido: las arepas.

“No tengamos miedo, en esa tierra compleja Dios siempre ha hecho el milagro de generar buenos racimos, como las arepas al desayuno. ¡Qué no falten vocaciones en ninguna comunidad, en ninguna familia de Medellín! 

En este sentido, remarcó que “son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas formas de militancia y voluntariado”.

Por ello, les llamó “callejeros de la fe, felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra (cf. ibíd., 107)”. Una posición “de captados por Jesús” y “sintiéndose parte de la comunidad”.

Jóvenes con vocación “felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra (cf. ibíd., 107)”.

Los testimonios de cómo encontraron a Dios fueron compartidos por la hermana Leidy de San José, María Isabel y el padre Juan Felipe.

“Todos coincidirían en la experiencia de Jesús que sale a nuestro encuentro, que nos primerea y que de ese modo nos ha captado el corazón”, sostuvo Francisco ante esos testimonios.

El Papa lució fuerte en su cuarto día de encuentro con los colombianos no obstante la exigencia del viaje pastoral y el contacto con miles y miles de fieles en las calles.

El Pontífice tuvo como hilo de sus discurso la enseñanza de Jesús sobre “la vid que es el pueblo de la alianza”.

Jesús también llamado por los profetas (Jeremías, Isaías o Ezequiel ) como una vid.

Frutos de vocación como las arepas

El Papa se refirió a los frutos de las vocaciones a pesar de la crisis cultural actual. Vocaciones que admitió se dan en “ambientes llenos de contradicciones, de claroscuros, de situaciones vinculares complejas”.

“Nos gustaría – continuó – contar con un mundo, con familias y vínculos más llanos, pero somos parte de esta crisis cultural, y en medio de ella, contando con ella, Dios sigue llamando”, afirmó.

“Pies en la tierra” cuando se habla de vocaciones. Pero, manifestó con esperanza que en los tiempos, “Dios manifiesta su cercanía y su elección”.

El diablo y el dios dinero

El espíritu de Jesús, remarcó es contrario a la vocaciones y mueren cuando “quieren nutrir de honores, cuando están impulsadas por la búsqueda de una tranquilidad personal y de promoción social, cuando la motivación es «subir de categoría», apegarse a intereses materiales, que llega incluso a la torpeza del afán de lucro”.

“Como he dicho ya en otras ocasiones, el diablo entra por el bolsillo”.

Además, como en otras ocasiones, pidió a los consagrados de no caer de estar atentos “porque la corrupción” que empieza “así, poco a poco”, “luego —nos lo dice Jesús mismo— se enraíza en el corazón y acaba” desalojando a Dios de la propia vida, comentó.

“«No se puede servir a Dios y al dinero» (Mt 6,21.24), no podemos aprovecharnos de nuestra condición religiosa y de la bondad de nuestro pueblo para ser servidos y obtener beneficios materiales”.

Reliquias de Laura Montoya 

Las reliquias de Laura Montoya estuvieron presentes durante el viaje. Tenemos en Colombia ejemplos de que esto es posible. Pensemos en santa Laura Montoya, una religiosa admirable cuyas reliquias tenemos con nosotros y que desde esta ciudad se prodigó en una gran obra misionera en favor de los indígenas de todo el país”

“¡Cuánto nos enseña la mujer consagrada de entrega silenciosa, abnegada, sin mayor interés que expresar el rostro maternal de Dios!”, subrayó.

Así mismo, recordó “al beato Mariano de Jesús Euse Hoyos, uno de los primeros alumnos del Seminario de Medellín, y a otros sacerdotes y religiosas de Colombia, cuyos procesos de canonización han sido introducidos”.

El Papa los puso como ejemplo y rememoró a los tantos de miles de “colombianos anónimos que, en la sencillez de su vida cotidiana, han sabido entregarse por el Evangelio”.

“Todos nos muestran que es posible seguir fielmente la llamada del Señor, que es posible dar mucho fruto”, remarcó.

Alegría 

El Pontífice instó a los jóvenes y los consagrados a tener alegría y no tener cara de vinagre o de estatuilla. 

Finalmente, les invitó a permanecer “en Cristo para vivir en la alegría”. “Si permanecemos en Él, su alegría estará en nosotros. No seremos discípulos tristes y apóstoles amargados”.

Al contrario, – continuó – “reflejaremos y portaremos la alegría verdadera, el gozo pleno que nadie nos podrá quitar, difundiremos la esperanza de vida nueva que Cristo nos ha traído”. 

Así, sostuvo que “Dios se ha fijado en nosotros, en nuestras comunidades y familias”.

“El Señor ha puesto su mirada sobre Colombia: ustedes son signo de ese amor de predilección”.

Francisco cerró su intervención con la esperanza de las vocaciones que deja “atrás diluvios de desencuentro y violencia, que quiere dar muchos frutos de justicia y paz, de encuentro y solidaridad”.

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