Un maestro peruano inventa un ingenioso alfabeto para que los niños aprendan el comportamiento de las especies divirtiéndoseCon vocación de servicio, Enrique Beteta Montañez presenta el A,B,C de la educación. Todos los días enseña un nuevo abecedario. A este docente peruano no solo le preocupa instruir, sino más bien formar. Desde que se dedicó a enseñar aprendió que la observación es un buen instrumento para desarrollar la inteligencia. Y así lo hizo.
Todos los días presenta a sus alumnos un nuevo método. Atrás quedaron las bajas calificaciones o dejar de asistir a clases con las eternas justificaciones y hasta los jeroglíficos que se suelen hacer detrás de los cuadernos cuando una clase resulta tediosa. El maestro Enrique ha logrado hacer del espacio de clases un verdadero lugar de aprendizaje.
El arte de enseñar
“Sacudirse y dar un paso hacia arriba”, es la táctica que ideó el burro para salir del pozo en el que cayó. La tierra caía sobre él porque su amo intentaba rescatarlo formando una pirámide de tierra. El animal iba escalando cada montículo, hasta que ya al ras del suelo, salió muy horondo caminando. El “bestiario alfabético” es su nueva herramienta para motivar la formación integral en sus estudiantes.
¿Podremos aprender del burro?, o de la araña, quien teje su propia fuente de trabajo. “Poner en práctica la observación” es su primera táctica para aprender. “Qué tu inteligencia responda por la facultad de observación”, es una de sus frases. Así lo recuerdan sus propios alumnos.
El profesor enseña siempre a no mirar, sino a observar. Mirar es solo pasar la vista, en cambio el observar es examinar atentamente para descubrir un aprendizaje nuevo, señala en uno de sus libros.
“La risa es una virtud, que no debe faltar en tu dieta diaria”, precisa el docente, al mostrar el aspecto físico poco simpático de una hiena, quien sin embargo suele dar estruendosos sonidos al comunicarse, similares a las carcajadas.
La naturaleza enseña
La risotada cambia nuestro estado de ánimo. Entonces aprender de la hiena nos engrandece como seres humanos. Por ejemplo, el canto del jilguero invita a cantar, la luciérnaga nos enseña a brilla con luz propia. En la naturaleza está la sabiduría.
La creación divina, el mundo puesto a nuestros pies que tan sólo con observarlo podremos aprovecharlo de la mejor forma.
Esta genealogía del “besteario alfabético” sólo se puede aplicar manteniendo siempre el sentido positivo de la vida. El rescatar las virtudes de estas criaturas menores nos hace más humanos. Descubrir el lenguaje de la naturaleza pone en práctica siempre nuestra observación, facultad dada al ser humano como un don.
Enseñar virtudes es un reto que día a día este docente peruano pone en práctica en las aulas. Un alumno jamás olvida al buen maestro, a quien todo lo hizo por vocación.