Dos tragedias marítimas en menos de 48 horas al noreste de Brasil; oremos por las víctimas y sus familias
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“No pude sostener a mi hijo”, expresó la madre de David, un bebé que en las últimas horas murió en las aguas de Bahía, al noreste de Brasil. En diálogo con O Globo, la abuela de David relató el drama por el que tuvo que atravesar su hija.
“El agua empezó a entrar y David se perdió. Mi hija gritaba: ‘No pude sostenerlo, mamá’. Ella buscaba desesperada. La gente estaba en el agua agarrándose en las tablas flotando del barco. Paula (la madre) quería matarse. Ella decía: ‘Me voy a jugar aquí’. Le pedí que pensara en los otros hijos y que me hundiría con ella si lo hiciera. No dio tiempo de agarrar el chaleco, nada. Se extendieron por el mar. La gente fue agarrando a los que estaban flotando”, expresó conmocionada la abuela.
Las aguas del noreste de Brasil se han transformado esta semana una vez más en escenario de tragedia. En menos de 48 horas dos embarcaciones naufragaron y de momento –aún continuaban las tareas de rescate y muchas han logrado el fin- se ha confirmado la muerte de más de 40 personas, además de decenas de desaparecidos.
En el caso de la tragedia que enlutó a la familia de David, se contabilizaron al menos 20 muertos luego de que se diera vuelta la embarcación en la que viajaban. La imagen de un bombero tratando de revivir al pequeño David de transformó en una de las postales de la catástrofe.
A menos de 48 horas de lo acontecido en la Bahía de Todos los Santos, otra embarcación, esta vez en la zona amazónica de Pará, también naufragó en el río Xingú. Si bien hubo muchos que pudieron ser rescatados, en este caso también las autoridades informaron de la muerte de más de 20 personas, entre ellos también varios niños.
Es que andar en embarcaciones en esa zona de Brasil es tan habitual que hace que muy pocos sean los que toman las verdaderas precauciones. Este medio de transporte es utilizado de forma frecuente por las familias, habitualmente con varios niños a bordo, y nadie se imagina que lo peor puede llegar a suceder de un momento a otro.
Mientras las autoridades investigan todo lo relacionado con estos naufragios, lo que sucedió con David y también en Pará (al menos seis menores murieron en ambos lugares) es tan solo una prueba de que hay un público vulnerable y especialmente poco resistente ante este tipo de desgracias con embarcaciones: los niños.
El tema del uso del chaleco es otro de los que ha vuelto a generar polémica luego de estas tragedias, pues entre otras cosas, los niños no saben colocarse los chalecos solos. “En la Amazonia no se usa chaleco por un tema cultural”, es una de las expresiones más comunes quizás de escuchar
“Sin chaleco, a esta edad, en un mar agitado, la posibilidad de sobrevivir es prácticamente cero, el niño siempre tiene que estar portando chaleco”, expresó Iván Paiva, coordinador del equipo de urgencias de Salvador, reproduce BBC Mundo, medio que menciona que “los niños de hasta 9 años son el 18% de las víctimas de ahogamiento en accidentes de barco de Brasil (1 de cada 5)”, siendo un porcentaje mayor que el de muertes de niños en accidentes de transporte en general.
También se expresó en esa línea el profesor Hito Braga de Moraes, doctor de ingeniería naval en la Universidad Federal de Pará, en diálogo con BBC Mundo.
“Los niños son más vulnerables en estas condiciones porque no saben nadar ni protegerse, no van a colocar el chaleco salvavidas por sí solos (…) Pero cuando ocurre un accidente, todo es muy rápido (…)”, reflexiona.
Es por ello que lo más recomendable es que los niños puedan usar chaleco durante todo el trayecto, pero para ello habrá que superar las barreras culturales. Las cifras hablan por sí solas: entre 2000 y 2015 más de 100 niños murieron en las aguas del Amazonia brasileña y 44 en la zona de Pará, agrega BBC Mundo.
Buscar vidas hasta el final
Eso fue lo que pensó y se trazó Ruberley Torres Fonseca, un sobreviviente del naufragio de Pará, que luego de atravesar por este complejo momento se empeñó en regresar al lugar de la tragedia y ayudar en las tareas de rescate. Su caso, que fue reproducido por el diario Folha de S.Paulo, refleja la valentía y coraje, además de una señal de esperanza.
Ruberley fue el primero en poder avisar de la tragedia a las autoridades locales. Ni bien llegó a su casa tomó la decisión: regresar al lugar. Tomó una embarcación y hacia allí fue. “Volví con la esperanza de encontrar a alguien vivo”, expresó a ese medio. Ruberley también fue testigo de lo dramático que es ver que ahí murieron varios pequeños.
Estas tragedias dejan de manifiesto negligencias y muchos aspectos a tener en cuenta para no seguir lamentando que los naufragios en Brasil tengan rostro de niños. Por lo pronto, lo que está a nuestro alcance, es orar por las víctimas de estas tragedias y sus familias.
Con información de BBC Mundo, agencias y medios brasileños