El juego de hacerse de rogar para ligar es algo tan antiguo como Sócrates, pero ya es hora de desecharlo
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Nunca olvidaré la alegría de mis amigos y familiares cuando les conté que un chico estupendo me había pedido salir. Mis amigos de la universidad, mi familia e incluso totales desconocidos me ofrecieron sus ánimos y su entusiasmo. Estaba rodeada de apoyo, discursos motivacionales pre-cita, recomendaciones de ropa, historias divertidas para una primera cita y consejos para citas en abundancia.
Cuando vuelvo la vista atrás y recuerdo todos los consejos que recibí, no me cabe duda de que todos fueron bienintencionados. Sin embargo, no tardé en darme cuenta de que no todos los consejos sobre relaciones son iguales. Después de aquella primera cita con Joseph (¡que ahora es mi marido!), comprobé unos cuantos de esos consejos que me dieron. Algunos resultaron ser inútiles y otros eran directamente destructivos al aplicarlos.
El consejo con el que más crítica he llegado a ser fue el de “hacerme la difícil”, porque supuestamente es una forma segura de ganarse el corazón de un hombre. Es algo que una madre podría decir a su hija, pero dudo que los hombres reciban ese consejo cuando se preparan para una cita.
Sin embargo, la idea de hacerse la difícil no es nueva en el panorama de citas. La doctora Kirby Goldin, una psicóloga clínica que actualmente está completando su beca de postdoctorado en la Universidad de Nueva York, estudió recientemente el fenómeno de jugar a hacerse de rogar y descubrió que tiene unas raíces antiguas.
“El ejemplo más antiguo que tenemos de hacerse de rogar se documentó allá por el siglo IV a. C., cuando Sócrates aconsejó a una mujer que, para atraer a más pretendientes, tenía que ser agradable pero también saber cuándo contener sus afectos”, explicaba Goldin. “Se dice a las mujeres que no deben mostrar demasiado su deseo por el romance, así que jugar a hacerse la dura es casi como un esfuerzo desesperado por ganar cierto poder en la relación. Es la capacidad para fingir desinterés y jugar a, en cierto modo, reafirmarse una misma”.
Cuando empecé a conocer a Joseph, era tentador esperar un poco más para responder a sus mensajes o fingir estar atareada cuando me pedía salir en otra cita. Me preocupaba dar la sensación de estar necesitada si respondía de inmediato o que pareciera demasiado ansiosa por tener una segunda cita. Sin embargo, aprendí rápidamente que cuando me hacía de rogar me perdía oportunidades para conectar de forma genuina con él.
Demasiado pendiente de ti
Cuando alguien juega a hacerse de rogar, está centrada en tener la sartén por el mango y controlar la relación. “Cuando te decides a hacerte la dura para impresionar a alguien, pierdes de vista lo que quieres realmente. ¿Cómo se supone que vas a desarrollar una conexión genuina si estás centrada en ganar siempre ventaja con respecto al otro?”, afirmaba Goldin. “Las relaciones se construyen sobre una atracción y un compromiso compartidos, de modo que fingir desinterés no concuerda con lo que realmente quieres”.
Quizás lo más peligroso sobre jugar a hacerse de rogar es lo fácil que se pierde de vista cómo quieres que sea la relación. La persona en la que tienes interés se convierte en un objetivo que alcanzar y dejas de verla como una persona en toda su complejidad. Y si no pasas tiempo con esa persona cuando quieres ni le hablas cuando te apetece hablar, esa persona tampoco te está conociendo por completo.
Cuando el centro de atención es la preocupación por cuánto esperar antes de responder a un mensaje, nadie está conociendo bien al otro. En vez de preocuparte sobre cómo conquistar a alguien, el enfoque debería estar en cómo conocer a alguien de forma genuina.
Goldin no es la única psicóloga que cree que jugar a hacerse la dura puede dañar las relaciones. El doctor John Buri, psicólogo profesor en la Universidad de Saint Thomas y autor del libro Intentional Dating, también anima a las personas a ser auténticas cuando invierten en una relación romántica seria. “Cuando las personas buscan de forma intencionada una relación íntima de amor y respeto a largo plazo, entonces jugar a hacerse de rogar no será un enfoque fructífero”, explicó.
Así que, ¿cómo romper el círculo vicioso del tira y afloja? La respuesta es más simple de lo que pensé: “Saber qué quieres y decirlo con sinceridad”, aconseja Goldin.
Lo que debes preguntarte
Hay muchas cosas que hay que tener en cuenta a la hora de discernir lo que esperas de una relación romántica. El doctor Buri recomienda hacerte preguntas en profundidad: “¿Esta persona va a alguna parte con su vida? ¿Es digna de confianza? ¿Es una persona egoísta o egocéntrica? ¿Sientes cariño, admiración y aprecio hacia esta persona?”.
Jugar a hacerse de rogar es dañino cuando intentas de verdad invertir en una relación con alguien. La próxima vez que te veas haciéndolo, tómate un minuto para pensar sobre si de verdad estás disfrutando la experiencia. Si estás interesada (o interesado) en alguien, sé directa. No darás la impresión de necesitada, sino que estarás mostrando vulnerabilidad y confianza en ti, algo que es mucho más atractivo que esperar una hora antes de responder a un mensaje.