Desde los primeros tiempos, los cristianos han buscado lugares elevados para sus casas de adoración
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¿Qué tienen en común el Mont Saint-Michel, el monte Athos, St. Michael’s Mount y Jasna Góra (“monte claro”)? Todos estos templos fueron construidos en un terreno notablemente elevado. De hecho, innumerables iglesias y monasterios cristianos por todo el mundo se construyeron en montañas o colinas desde el mismísimo comienzo de la cristiandad.
Incluso hay algunas casas religiosas ortodoxas, como el monasterio Varlaam, que están emplazadas en un pico solitario accesible únicamente ¡colgado de una cuerda!
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¿A qué se debe? ¿Qué significado tiene?
La mayoría de las culturas antiguas tenían la creencia de que los seres divinos residían “en los cielos”, que para ellos estaba físicamente emplazado en el cielo o por encima de él. Era algo bastante concreto en la mitología griega, que sostenía que el monte Olimpo era el lugar de residencia de los dioses.
En el Antiguo Testamento, esta creencia se extendió cuando Dios conversó con Moisés en el monte Sinaí, donde Elías construyó un altar a Dios y desafió a varios sacerdotes paganos a realizar un sacrificio. Incluso la ciudad de Jerusalén está situada en una montaña, el monte Sion.
Con la encarnación de Jesús, las montañas siguieron asociándose a acontecimientos divinos. Jesús predicó las bienaventuranzas en el Sermón de la montaña y fue transfigurado ante sus apóstoles en el monte Tabor. Sufrió enormemente después de la Última Cena en el monte de los Olivos. Por último, Jesús realizó su sacrificio supremo en la cruz sobre el monte del Calvario.
Según parece, cuando Dios creó el mundo, depositó en las montañas y altos lugares una huella de su grandeza y gloria. A menudo, cuando una persona corona la cima de alturas de tan elevadas, brota de su interior un sentimiento de sobrecogimiento. Para un cristiano, este sobrecogimiento se convierte en agradecimiento y no sorprende imaginar por qué muchos pueblos antiguos decidieron construir sus altares en altas cimas. Era una forma de decir “gracias” al creador por una visión tan hermosa.
Con esto en mente, los cristianos a lo largo de los siglos han reconocido ese sentimiento espiritual innato y escogieron específicamente lugares elevados para fomentar ese encuentro con lo divino. Incluso en Estados Unidos, hogar del que suscribe, se han construido (y siguen construyéndose) numerosos santuarios en lugares escénicos que elevan las almas de los cristianos “hacia lo alto”, como diría el beato Pier Giorgio Frassati.