Los transportes siempre han formado parte de la civilización y estaban presentes ya antes del invento de la rueda, del que tenemos constancia por primera vez en la cultura sumeria (el actual Irak), hacia el año 1500 antes de Cristo.
En la vida cotidiana contemporánea, el viaje forma parte de nuestro paisaje y de nuestra agenda. La globalización ha hecho pequeño el mundo en cuestión de traslados y es fácil hablar de largas distancias en pocas horas cuando nos referimos a desplazamientos por motivos de trabajo o por placer.
Los fines de semana en “low cost” han hecho que viajar por las ciudades europeas entre en los planes de los mayores de edad, con destinos como París, Londres o Praga, pero también Padua, Santiago de Compostela o Colonia, localidades menos conocidas pero con atractivo turístico/histórico y con un precio asequible para muchos bolsillos de millenials.
Millones de viajeros cada año
El aeropuerto de Heathrow (Londres) experimentó un tráfico de 76 millones de pasajeros en 2016. En el de El Prat (Barcelona) se superaron los 46,1 millones. Son volúmenes récord sobre los que, además, todas las previsiones afirman que la tendencia es al alza. Y entre los pasajeros, cada vez hay más familias con niños.
La aparición constante y creciente de niños en los vuelos ha hecho que las compañías aéreas se planteen cómo satisfacer a sus clientes en el futuro. No solo se trata de alcanzar lo que la ingeniería da como posible sino también otorgar a los consumidores aquellos beneficios que les pueden resultar más gratos.
Así, entre las previsiones de futuro a corto plazo, Airbus ha ideado el Transpose. Se trata de un sistema de construcción de aeronaves que permite el ensamblaje de compartimentos. Este sistema de trabajo facilita la mejora del interior de los aviones sin necesidad de pasar tantos protocolos y exámenes como deberían hacerse en el caso de construir un nuevo modelo. Este no es un aspecto menor puesto que la normativa de seguridad y los reglamentos internacionales y nacionales hacen que cada novedad tarde mucho tiempo en ejecutarse.
Para que canten y griten lo que quieran
En el caso del Transpose, que Airbus espera poner en el mercado en pocos años, los aviones podrán disponer de unos módulos especiales para los niños. Se trata de salas en las que los más pequeños podrán jugar y moverse a sus anchas, con mobiliario adecuado y las paredes fabricadas con materiales que aislan el sonido. De este modo, los padres podrán estar tranquilos y a la vez se evitan posibles molestias ocasionadas por aquellos niños revoltosos y descontrolados que tal vez no paran de mover el asiento del vecino.