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3 monjas científicas cuyos talentos te dejarán con la boca abierta

Mary Kenneth Keller

Wikimedia

Sister Mary Kenneth Keller

Ray Cavanaugh - publicado el 09/08/17 - actualizado el 13/06/23

Presentamos a 3 hermanas de la ciencia que tomaron dos caminos a la vez hacia la verdad definitiva

Desarrollar una carrera en el campo de la ciencia, de la misma forma que ingresar en una orden religiosa, requiere dedicación y disciplina. Algunas almas incansables han conseguido ambas proezas.

Mary Kenneth Keller se convirtió en 1965 en la primer mujer en obtener un doctorado en informática. También era monja.

Keller nació en Cleveland, Ohio, en 1913, e ingresó en la orden de las Hermanas de la Caridad de la Bienaventurada Virgen María en 1932 en Dubuque, Iowa. Ocho años después profesó sus votos, antes de obtener una titulación superior y un máster en matemáticas en la Universidad DePaul de Chicago, donde quedó fascinada por el campo incipiente de la informática.

Durante su etapa estudiantil, pasó algunos semestres en otras escuelas, como la Universidad de Dartmouth, en New Hampshire, que en aquella época no era mixta. Sin embargo, la Universidad hizo una excepción con ella, por lo que pudo trabajar en el centro informático y contribuir al desarrollo del lenguaje de programación BASIC, fundamental para las primeras generaciones de programadores.

Mary Kenneth Keller
Wikipedia
Hermana Mary Kenneth Keller

Se convirtió en la primera persona en obtener un doctorado en informática de la universidad de Wisconsin-Madison. Más adelante, se le ofreció una plaza como profesora en la Universidad Clarke, una institución católica romana en Dubuque, Iowa. Allí creó el departamento de informática, del que fue jefa durante dos décadas.

Durante su etapa profesional, supervisó la creación de diversos programas informáticos, como uno que permitía a los estudiantes de química de Clarke llevar a cabo experimentos de forma simulada, tal y como cuenta Jennifer Head, archivista de las Hermanas de la Caridad.

Keller fue una de las primera defensoras de una mayor participación femenina en el estudio de computadoras. También dio clase a estudiantes adultos, como madres trabajadoras, que podían llevar a sus niños pequeños a clase.

Algunos de sus comentarios han resultado ser bastante proféticos. Mucho antes de la era de Internet, dijo: “Estamos experimentando una explosión de la información, entre otras cosas, y es obvio que la información no es de utilidad si no está disponible“.

Asimismo, predijo la importancia que las computadoras tendrían para la investigación y afirmó que la capacidad de las máquinas para recuperar rápidamente información “las convertirá en las bibliotecas del mañana“.

Falleció el 10 de enero de 1985, a los 71 años. La universidad donde dio clase ahora cuenta con el centro informático Keller y ofrece becas con su nombre para estudiantes de informática de primer año.

No obstante, Keller no ha sido la única monja que se ha dedicado a la ciencia.

La monja solar

La hermana Paula González, perteneciente a la orden de las Hermanas de la Caridad de Cincinnati, era conocida como la “monja solar” por su trabajo en el ámbito de la energía sostenible.

Nació en 1932 en Alburquerque, Nuevo México. Tras asistir a la Universidad Mount St. Joseph en Cincinnati, ingresó en 1954 en las Hermanas de la Caridad, según la página web de la orden. Fue profesora de instituto antes de obtener el máster y el doctorado en Biología en la Universidad Católica de América en Washington D. C.

Al finalizar el doctorado, comenzó a dar clase en su alma mater, Mount St. Joseph. Un punto de inflexión en su vida tuvo lugar con el primer Día de la Tierra, en 1970, que inspiró su propia campaña sobre el medio ambiente y las energías alternativas, dos campos sobre los que empezó a dar clase por todo el país.

Sister Paula Gonzalez
Hermanas de la Caridad, Cincinnati
Hermana Paula González

Predicó con el ejemplo: al comienzo de la década de los 80, convirtió un corral en una vivienda solar aislada de 140 metros cuadrados, en la que vivió con otra monja de la misma orden. Sin ningún radiador, esta residencia, cuya construcción solo cuesta unos cuantos dólares según el sitio web greenenergyohio.org, mantenía una temperatura habitable independientemente del frío que hiciese fuera.

Asimismo, en el convento creó el centro Earth Connection, unas instalaciones de aprendizaje medioambiental que ofrece visitas guiadas, prácticas y otros programas.

Además, González, a la que se puede ver conduciendo un carrito de golf que funciona con energía solar, fue cofundadora del proyecto Ohio Interfaith Power and Light, que promueve la respuesta religiosa ante el cambio climático y ayuda a las comunidades religiosas de Ohio a aumentar la eficiencia energética. En 2005, la organización Green Energy Ohio le otorgó como reconocimiento un premio a toda una vida de logros. Falleció el 31 de julio de 2016, a los 83 años.

La fabricante de quesos oficial

La monja benedictina Noella Marcellino, también doctora en Biología, es la fabricante de quesos oficial de la abadía Regina Laudis en Bethlehem, Connecticut.

Nació en junio de 1951, creció en Massachusetts y asistió a la universidad Sarah Lawrence en Bronxville, Nueva York, antes de dejarlo todo para ingresar en la abadía. La fabricación de quesos comenzó allí en 1977, cuando la orden recibió su primera vaca, según un artículo de 2003 que apareció en el periódico The Boston Globe.

A mediados de la década de los 80, el arzobispo de Hartford permitió que los miembros de su orden estudiaran títulos superiores. Marcellino fue a la Universidad de Connecticut, donde recibió clases de ciencias agrícolas.

Gracias a una beca Fullbright, viajó a Francia, donde estudió el modo en que la descomposición alteraba los sabores del queso, y analizó innumerables muestras de microorganismos en las tradicionales queserías francesas.

Noella Marcellino
OSB/YouTube
Hermana Noella Marcellino

En 2003 obtuvo el doctorado en Microbiología por la Universidad de Connecticut. En esa misma fecha, el canal de televisión estadounidense PBS transmitió un documental de 52 minutos en el que se acompañaba a Marcellino en sus viajes a Francia, donde aprende los secretos de los fabricantes de quesos artesanos más importantes.

Debido al título del documental, The Cheese Nun: Sister Noella’s Voyage of Discovery (La monja quesera: el viaje de descubrimiento de la hermana Noella), la gente empezó a llamarla la “monja quesera”, un apodo que no le agrada mucho, pero que es difícil de cambiar.

La fabricación artesanal del queso requiere de una actividad física intensa, y Marcellino ya no lo hace, de acuerdo con un artículo publicado en 2013 en New Haven Register. En su lugar, se dedica a supervisar el proceso y trata de transmitir su conocimiento a las generaciones más jóvenes.

En mayo de 2015, Marcellino participó en una feria de productos artesanales que tuvo lugar en la abadía, donde se han realizado prácticas anuales, lo que ha podido inspirar a otras científicas, monjas o monjas científicas.

Para aquellos que cuentan con el talento y la determinación suficientes, la vocación científica y religiosa no tienen por qué ser mutuamente excluyentes, simplemente son caminos diferentes hacia verdades definitivas.

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