Voluntarios dan de comer a más de 3.000 peruanos, una obra de “misericordia en la mesa” No es solo un “puchero” que llega a las manos de miles de personas. No es solo una sopa caliente. Para muchos peruanos, este suculento preparado es una bendición. ¿Qué la hace tan especial?
Cientos de peruanos esperan por un plato caliente en las afueras del convento de los Descalzos del Rímac, distrito de Lima, “Ciudad de los Reyes”, capital del Perú. “Pico las verduras, sancocho los vegetales, sobre todo disfruto con la elaboración del aderezo”, narra fray Roque Chávez Castro, responsable de llevar adelante esta iniciativa franciscana.
Desde 1912, cuando se consolidó la provincia misionera San Francisco Solano en el Perú, se sirve este tradicional puchero franciscano en el país cada 2 de agosto, comentó el fraile, quien ha descubierto la fórmula especial para cautivar a más de 3.000 paladares, quienes año a año prueban este particular caldo.
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Damas del “puchero”
Llegó al convento a las 4:00 de la mañana para encender la leña de las 13 ollas dispuestas con más de 8 litros de agua cada una, en la zona alta de la casa de retiro al interior del convento franciscano, cuenta para Aleteia Irene, dama voluntaria quien repartía en viandas la sustancia de este apetitoso preparado con diversos tipos de carnes.
En compañía de más de 80 voluntarios entre jóvenes, damas, varones y niños los frailes abren las puertas de este convento que hasta hace 5 años atrás, se convirtió en el primer recinto religioso en repartir este alimento solidario.
Además del esfuerzo y sacrificio que lleva esta sopa en su preparación, la obra social es posible gracias a las donaciones de entidades privadas y personas que desean compartir con las poblaciones vulnerables una vez al año los ingredientes necesarios.
Misericordia en la mesa
Luego del hervor final del preparado, que contiene más de 300 kilos de carne, 10 kilos de zanahoria, 8 de zapallo, cebolla entre otros tubérculos y vegetales, la sopa es cubierta con la bendita col. Un ligero movimiento al interior del perol dispuesto sobre ladrillos a lo largo de las escalinatas del templo perfuma de olores el lugar.
“Es esta la tradición franciscana la que hizo maravillas en mi familia, mis hijos conocieron de cerca lo que significa sacrificarse por el otro a través de una merienda”. “Nos cambió la vida”, sonríe Irene. Mientras que a Alfredo Valdez el platillo lo transporta a su infancia. Ahora a sus 65 años no olvida la tradición que heredó de su familia.
“Francisco de Asís, se hace cada vez más actual, esta sabrosa sopa nos habla también de él”, comenta un comensal, luego de recibir una bolsa de fruta y pan, a la salida del templo.
Así se vivió en la “Ciudad de los Reyes”, la fiesta del Perdón de Asís, más conocida como la Porciúncula, celebración que recuerda el pedido de San Francisco a Dios de conceder indulgencias plenarias. Por la intercesión de Santa María de los Ángeles en la Porciúncula (porción de tierra), lugar donde quedaba la ermita dedicada a esta advocación mariana, este pedido fue concedido por el Papa Honorio III en 1216.
Con este “puchero franciscano” el alcalde del distrito rimense anunció la realización de la fiesta gastronómica más grande del Perú denominada “Mistura”, evento que se desarrollará en Lima en el mes de septiembre próximo.
Fotos: Esther Núñez Balbín y Jorge Cervantes