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5 familias que agarraron el virus de la santidad

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Philip Kosloski - publicado el 25/07/17
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Estos santos no pudieron evitar compartir su santidad con sus familiares

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Las familias tienden a compartirlo todo, algo que puede tener consecuencias tanto positivas como negativas. Cuando uno de los niños coge la gripe, por ejemplo, lo más seguro es que todos los demás en la familia caigan enfermos también.

El mismo principio puede encontrarse en la vida espiritual de una familia. Si una persona muestra una santidad extraordinaria, hay más probabilidades de que un hermano (o incluso un padre) se “contagie” de esa santa “afección”.

A lo largo de la historia, la Iglesia ha reconocido a numerosos familiares que han seguido los pasos de sus parientes en el camino de la santidad. Esto incluye tanto a hermanos como a parejas casadas, como el beato Carlos y su esposa Zita o san Luis y Celia Martin. Aquí tienen cinco ejemplos de hermanos que aprendieron el uno del otro a llegar a la santidad.

Santas Marta y María

Leemos en el Evangelio de Lucas cómo “Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra” (Lucas 10,38-39). Ambas, junto con su hermano Lázaro, tenían una buena amistad con Jesús y fueron consideradas santas desde el principio de la Iglesia.

Santos Benito y Escolástica

Los gemelos Benito y Escolástica sintieron la llamada a la vida religiosa desde una edad muy temprana y ambos seguirían las ramas masculina y femenina de la orden benedictina. Los dos, aunque vivían su vida religiosa por separado, se visitaban mutuamente una vez al año, deleitándose con sus charlas sobre asuntos espirituales.

Santos Macrina, Basilio, Gregorio, Pedro y Naucracio

Macrina (la Joven) nació en el siglo IV y se consagró a la vida ascética; se convirtió en monja después de rechazar un compromiso de matrimonio. Sus hermanos, Basilio de Cesarea y Gregorio de Nisa, se vieron influidos por su santidad y tomaron también el camino de la vida religiosa. Dos hermanos más, Pedro de Sebaste y Naucracio, también dedicaron su vida a servir al Señor y fueron famosos por sus santidad.

Santos Bernardo y Humbelina

Durante el siglo XII, Bernardo de Claraval ayudó a dirigir una nueva orden monástica, los cistercienses, y consagró el resto de su vida al trabajo y la contemplación. Su hermana, conocida como beata Humbelina, llevó una vida frívola y abundante antes de renunciar a todo y convertirse en monja benedictina.

Santos Cosme y Damián

Poco se sabe de las vidas de los gemelos Cosme y Damián. Sin embargo, son famosos como médicos habilidosos martirizados bajo la persecución del emperador Diocleciano. También se dice que sus hermanos menores, Antimo, Leoncio y Euprepio, compartieron el mismo martirio.

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