Una "fruta bendita" que calma los estómagos vacíos a una población sin asistencia
En esta parte del mundo, aprendemos a comer mango desde muy pequeños. Es un sabor que llevamos en el ADN, grabado en la memoria del paladar. El mango es una fruta muy versátil, nutritiva, con alto valor antioxidante. Posee funciones medicinales pues tonifica el corazón, mejora la memoria, es bueno para la vista, mantiene los dientes sanos y fuertes, es refrescante y, gracias a su alto aporte de potasio, sirve para recuperar energías.
En Europa, el mango es casi una exótica delicatessen que solo puede ser adquirida pagando altos precios. En Venezuela, el llamado “rey de las frutas” rueda por las calles en época de temporada porque las matas son pródigas haciendo las delicias de niños y adultos. El mango resulta una “fruta bendita” que calma los estómagos vacíos a una población sin asistencia del Estado en tiempos de hambre y desnutrición.
De la misma manera que se ha convertido en parte del paisaje cotidiano ver personas hurgando en la basura con la esperanza de encontrar alimento, de mayo a septiembre, tiempo de cosecha, es común ver gente tumbando mango con la ayuda de largas varas en cualquier parte y a cualquier hora.
Es una estampa de cada ciudad y cada pueblo que describe el hermoso poema “Píntame angelitos negros” de nuestro gran Andrés Eloy Blanco:
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