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Terminé hablando con las vacas: experiencias de una niñera en las vacaciones de una familia

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Shutterstock-Andrii Oleksiienko

Ana Sofía Ibarra Castro - publicado el 20/07/17

Las diferencias culturales, el cansancio y la soledad pueden hacer mella en el trabajo. Desde la propia experiencia, la autora propone vías de solución

Sucedió hace mucho tiempo, cuando estudiaba en Barcelona (España). Trabajé como niñera durante las vacaciones de verano, en una antigua finca familiar perdida entre los campos catalanes. Era un lugar maravilloso.

Cuidaba a una pequeñita hermosa de tres años, hija única. Disfrutaba mucho al estar con ella, pero la convivencia cotidiana con sus padres y los parientes o amigos que venían a visitarlos, fue muy difícil. Durante las noches dormía junto con la niña, que desde recién nacida despertaba mucho durante la noche y no tenía un sueño regular. En mi única hora libre al día, salía a caminar. Me sentía tan sola, cansada y agobiada con ese clima familiar, a pesar de que ellos estuvieran de vacaciones, que terminé hablando con las vacas que encontraba en el camino.

Diferentes estilos de vida

Durante las vacaciones de los hijos, muchos padres y madres tienen que hacer saltos mortales para poder conciliar la vida familiar y laboral. Hay algunas personas, en cambio, que pueden gozar de vacaciones con toda la familia, incluso por periodos largos. Algunas de estas familias deciden contratar una niñera, que frecuentemente es inmigrante, para que se haga cargo de sus hijos.

Sobrellevar el trabajo de niñera durante las vacaciones familiares no es sencillo porque hay muchos factores en juego: las expectativas sobre las vacaciones, la diversidad cultural, las diferencias en el estilo de vida y en las relaciones familiares, en la gestión de los espacios, el tiempo y de la intimidad (¿se comparte un mismo baño con todos, por ejemplo?).

Suele suceder, además, que los niños se vuelvan más caprichosos cuando están presentes los padres: hijos que normalmente se muestran tranquilos cuando están a solas con la niñera, pueden convertirse en unas verdaderas pestes cuando está toda la familia reunida.

Muchas mujeres inmigrantes que han trabajado o que trabajan como niñeras durante las vacaciones familiares viven emociones contrastantes durante esta experiencia: la alegría de compartir con los niños un período de mayor libertad con los horarios y de más tiempo para el juego; el gozo de descubrir junto con ellos la belleza de un lugar nuevo y de ambientes distintos; la emoción de hacer actividades que quizás no podían llevarse a cabo en el país de origen por distintos motivos, o de aprender cosas nuevas sobre una cultura.

¿Te sientes descolocada?

Se puede sentir también la incomodidad de tener que compartir un espacio estrecho con personas ajenas o sentirse descolocada si las costumbres familiares son muy distintas a las propias (en los roles de género o en las relaciones intergeneracionales, por ejemplo). También se pueden probar envidia y enojo al observar los contrastes entre la familia con la que se trabaja y la propia, sobre todo si en el país de origen se vive una situación de pobreza o incluso de miseria.

Asimismo, suelen ser comunes los “ataques de nostalgia” y los sentimientos de soledad e aislamiento, a pesar de estar rodeadas por las personas con las cuales se trabaja.

Pistas para estar más contentas

Algunas ideas para sobrellevar el trabajo de niñera durante las vacaciones familiares son:

  1. Establecer con anticipación un contrato de trabajo con la familia, de acuerdo a las normas vigentes del país. Es fundamental ponerse de acuerdo sobre el tipo de trabajo que se llevará a cabo, el tiempo que durará, el salario, etc.; también es importante establecer un tiempo cotidiano para el descanso (trabajar las 24 horas del día es agotador e inhumano y en muchos países es ilegal), cómo será el ambiente en donde se va a trabajar y si hay alguna característica especial, como por ejemplo el cuidar a los niños en una piscina, en el mar o en una montaña nevada.
  2. Establecer una relación de respeto y colaboración con los padres. Cuando tengamos una duda sobre las reglas, como el no picar chucherías entre comidas o sobre situaciones que pueden parecer a primera vista simples, consultarles siempre. Hay que recordar que la función como niñera es ayudar a los padres en el cuidado de los hijos, y cada familia tiene necesidades y costumbres diferentes.
  3. Si durante la convivencia hay situaciones que nos molestan o incomodan, encontrar un momento para hablar con respeto y sinceridad con los padres y buscar una solución conjunta. Si negamos o callamos las situaciones difíciles o problemáticas, no se resuelven y sólo se acumulan, aumentando el riesgo de “explotar” emocionalmente durante un momento de crisis o de terminar hablando con las vacas que se encuentran en el camino.
  4. Expresar nuestras emociones y sentimientos, y compartir nuestra experiencia con personas de confianza. Las nuevas tecnologías nos facilitan esta posibilidad. Cabe mencionar que también somos responsables de cuidar y mantener la privacidad de la familia, por lo que no debemos de publicar jamás en nuestras redes sociales, fotografías o videos de los niñoscon los que trabajamos, sin la previa autorización explícita (y en algunos países escrita), por parte de los padres. Por otra parte, si no tenemos acceso a internet, resulta difícil hablar con nuestros amigos o simplemente preferimos otro modo de expresarnos, podemos escribir un diario o dibujar.

Para concluir, hay que aprender de la experiencia, por más difícil que pueda resultar en algunos momentos. Podremos desarrollar mejor nuestro trabajo la próxima vez porque hemos aprendido a tolerar y convivir con las diferencias, en el seno de una familia ajena, durante sus vacaciones. Tenemos la oportunidad también de ampliar nuestros horizontes, descubriendo que hay muchas maneras de convivir y de ser familia, y al mismo tiempo, valorando más la nuestra.

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