Siete deseos (2017, John R. Leonetti): Cuidado con lo que deseas

Clare (Joey King) es una joven de diecisiete años que siendo niña perdió a su madre, viviendo desde entonces con su padre, quien se ocupa de buscar en la basura objetos que pueda después vender. Algo que avergüenza a Clara en tanto a que no es muy popular en el instituto, más bien lo contrario. Enamorada de un chico quien apenas se fija en ella, la existencia de Clare se ajusta a la perfección a esos relatos de institutos de inadaptados.

Hasta ahí, Siete deseos, dirigida por John R. Leonetti, se encarga de ir desarrollando el personaje de Clare alrededor del estereotipo que representa en pantalla, el de esa joven que busca su lugar en ese microcosmos del instituto regido por unas reglas sociales propias, algo que en cine estamos ya más que acostumbrados a ver, y que Leonetti, por la forma tan rápida que tiene de exponerlo y sin apenas cuidado, parece tener claro: crea un contexto específico y reconocible que, después, sirva para desarrollar el relato de terror.

El cual arranca cuando el padre de Clare encuentra una caja con símbolos chinos y se lo regala a su hija en su cumpleaños. Tras conseguir traducir algunos de esos símbolos descubre que es una caja de deseos y comienza a pedir algunos de ellos, aunque lo hace como un juego. Pero comienzan a cumplirse. Lo que no sabrá hasta después es que, por cada uno concedido, la caja se cobra una víctima humana, siempre cercana a Clare. Un deseo, una pérdida.

Lo interesante, a priori, reside en que Clare va pidiendo deseos para suplir sus anhelos sociales: que el joven se enamore de ella, que la compañera de instituto que no hace más que meterse a diario con Clare tenga una enfermedad en la piel, que recaiga sobre ella y su padre la herencia de un hermano de su madre que ha fallecido, que su padre abandone la vida de basurero para no avergonzarla… y así. Peticiones que se adecuan a suplir las carencias vitales que Clare cree tener en su vida. Claro que cuando descubra el precio a pagar por ello, es demasiado tarde.

Leonetti, además de trazar un relato de terror rápido y directo, sin apenas pausa en su narración, usa Siete deseos, o al menos lo intenta, para entregar una mirada sobre la juventud actual, sobre unas necesidades que, como se irán viendo, responden en realidad a una construcción social impuesta que absorbe a los jóvenes y los vuelve alienados hacia un reconocimiento del otro, de la sociedad, más allá de preocuparse por lo que ellos mismos son.

Una visión tan actual como, en realidad, debido a esa mirada a otras películas del mismo corte, no nos parece tan diferente a otras producciones que se han acercado a esa realidad. Tampoco consigue Leonetti ser demasiado original al respecto, planteando todo de una manera muy clara, sin matiz alguno, jugando más con el estereotipo reconocible para el espectador con el fin de que éste no tenga problema alguno de seguir, y entender, que Clare está cometiendo un enorme error basado en su egoísmo, deseando mejoras en su vida que, en realidad, no la hacen a la larga más feliz.

Como relato de terror, Leonetti se contenta con ir avanzando la acción de manera algo predecible, con algún momento visualmente más elaborado pero, en general, con cierta apatía, más pendiente de usar el género como vehículo para una fábula moral que, desde muy temprano, queda clara: cuidado con lo que deseas que puede hacerse realidad; así como una mirada crítica, aunque sin demasiada hondura, hacia la superficialidad de nuestra sociedad, cuyo materialismo y necesidad de reconocimiento ahoga al individuo.