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La lucha espiritual de una madre cuando su hijo se suicidó

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Leticia Ochoa Adams - publicado el 09/07/17

"La aceptación viene con dolor, incluso en las pequeñas cosas"

“¿Qué estáis dispuestos a sufrir por amor?” ~ Heather King

En las últimas 16 semanas, me he negado a una cosa: asumir mi cruz. No la quería, no la pedí y rechacé cada centímetro de esa carga.

Mi corazón ha quedado hecho añicos por el suicidio de mi hijo, Anthony, y he llorado y llorado sin ninguna aceptación en esas lágrimas.

He estado suplicando a Dios que apartara de mí este cáliz y simplemente me devuelva a Anthony. He estado rememorando los eventos de aquel horrible día que nos abandonó, el día que se ahorcó.

En mi mente, he estado intentando encontrar esa única grieta de oportunidad por la que podría intervenir y cambiar el final de todo, y así él podría volver conmigo.

Vivir más allá del suicidio de mi hijo ha sido como estar atrapada en un laberinto sin solución, una fatigosa caminata de ir y venir sin encontrar salida.

Solo he querido a mi hijo sano y salvo, y nada de este sufrimiento.

Cuando escuché esas palabras salir de la boca de la escritora Heather King en una conferencia reciente, me quedé sin aliento y mi cuerpo entero pareció arder en llamas.

“¿Qué estáis dispuestos a sufrir por amor?”, preguntó.

NADA, quise gritarle. “¡NO aceptaré el sufrimiento!”.

Porque aceptar el sufrimiento implicaría aceptar que no había solución para el puzzle de aquel día, ninguna resolución más allá de aceptar lo que no deseo aceptar.

Quiero que vuelva Anthony. ¿Cómo puedo aceptar menos que eso? ¡Dios es capaz de cualquier cosa! Esa era la melodía que gemía mi furioso corazón.

Sin embargo, a medida que Heather siguió hablando, pude ver que ella sabía de lo que hablaba. Conocía el sufrimiento por amor y conocía a Cristo en sus carnes.

Una cosa que tiene Heather King es que es digna de confianza. Y no es poco viniendo de mí, porque no confío en que nadie pueda entender lo que siento, pero en ella sí confío.

Al final de su charla, yo había aceptado que el sufrimiento contra el que había estado luchando era parte del amor que siento por Anthony. No puede hacerse nada ahora excepto coger mi sufrimiento para ofrecérselo a Cristo.

La aceptación viene con dolor, incluso en las pequeñas cosas, como dejar mi trabajo, donde Anthony y yo trabajábamos. Hacer una nueva lista de música que él nunca escuchó. Cerrar su línea telefónica.

Hacer todas estas cosas me causó tanto dolor como para dejarme tirada en el suelo, mirando su fotografía y llorando, porque el mundo sigue girando sin ninguna piedad hacia la ausencia de Anthony.

Esa es la parte más difícil de esta cruz, cargarla mientras todos los demás siguen con sus vidas en el supermercado o en el parque acuático.

Mi sacerdote me sugirió que me fuera de este lugar donde hay tantos recuerdos de Anthony. No es mala idea.

Pero la realidad es que, como madre, todo me recuerda a él. Las cosas nuevas me recuerdan a todas las posibilidades que no pudo ver en sus últimos minutos en la tierra.

Los viajes de acampada; ver la cara de su hija mientras sacaba a su primer pez del agua; a mí yendo a Notre Dame para una conferencia sobre escritura; a sus hermanos graduándose del instituto. La música nueva que sale todas las semanas.

Todas y cada una de estas cosas me hacen sentir un lamento inmenso dentro de mi pecho. Si únicamente Anthony hubiera podido ver lo que le esperaba en su futuro…

Luego está el lidiar con todas las cosas buenas que están sucediendo. Sí, también pasan cosas buenas, pero no puedo evitar preguntarme si algunas oraciones encuentran respuesta porque Anthony está rezando por nosotros y, de ser así, el precio es demasiado alto.

Preferiría volver a que todo fuera mal pero con él todavía aquí. El amor dice que la muerte de mi hijo no es el precio que he tenido que pagar para la respuesta a mis oraciones.

Dios sabía que la elección de Anthony sería poner fin a su propia vida, por la razón que fuera —solo Dios lo sabe—, y arrebatarle esa elección sería trastornar la creación.

Toda nuestra existencia se basa en la libertad para tomar decisiones. Dios sabía esto y puso a todas las personas en su lugar para ayudarme a cargar con esta cruz. Ahora lo veo: todos estos Simones son una gracia, no son el precio de la vida de Anthony.




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