Profesionales advierten sobre un proceso de “reingeniería psicológica”
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El gobierno de Nicolás Maduro sorprendió con un nuevo anuncio: un “plan de recuperación para muchachos guarimberos”. El término guarimba, en el contexto de la crisis venezolana, se utiliza para designar la actividad opositora de calle a la que más temen el gobierno y sus cuadros militares.
Se trata de una protesta puntual, desde la calle, avenida o esquina donde se resida. Se ejerce una acción relámpago que permite el anonimato y el inmediato refugio cada manifestante el cual, literalmente, desaparece del escenario sin dejar rastro. Guarimba es, en realidad, sinónimo de refugio. Esta actividad, multiplicada por millones de venezolanos, es potencialmente irreprimible.
El antecedente lo tenemos en la lucha de los disidentes en tiempos de dictaduras anteriores en Venezuela, quienes corrían a ocultarse en las iglesias en busca de seguridad. El propio Hugo Chávez acuñó el término en 1996, cuando lideraba la campaña electoral e invitaba a los venezolanos a “resistir” en las manifestaciones contra los partidos que él llamaba despectivamente “de derecha”.
El gobierno las teme porque, dada su naturaleza escurridiza, es muy difícil controlarlas. Es una especie de combinación de pequeñas células de resistencia en plena ciudad, una auténtica guerra “asimétrica” -como animaba Chávez a desarrollar a sus seguidores- que ahora se vuelve en su contra.
A decir verdad, el gobierno busca descalificar toda acción opositora colgándole el epíteto de “guarimba”. Guarimbero, en consecuencia, sería todo opositor. Buscando debilitar la protesta, los jóvenes detenidos en refriegas callejeras podrían ser sometidos a una especie de “reeducación”. En código comunista estaríamos hablando de lavado de cerebro.
El “I Foro Internacional de Psicología, Violencia y Operaciones Psicológicas”, realizado el pasado 12 de junio en la sede de la Cancillería venezolana y dirigido por el ministro de Información Ernesto Villegas, fue el marco donde miembros de un colectivo de psicólogos por el socialismo y “11 supuestos expertos internacionales” habrían propuesto esta iniciativa que presentaron con el sugestivo nombre de “Laboratorios de Paz” con el objeto de “reeducar” a los manifestantes opositores.
La respuesta fue instantánea. El rechazo al proyecto por parte de profesionales pertenecientes a la Asociación Mundial de Psicoanálisis no se hizo esperar. Lo calificaron de “canallesco” y repudiaron firmemente el método para tratar a los manifestantes opositores capturados en protestas antigubernamentales.
El doctor Gustavo Zapata, en nombre del grupo, denunció que estos centros anunciados por Maduro serían un “dispositivo de reingeniería psicológica” utilizado con el fin de igualar a los opositores con enfermos mentales. En otras palabras, se trata de reducir la capacidad de respuesta de la sociedad.
“Ahora la intención no es solamente catalogarnos como terroristas, sino que todo aquel que esté en contra del Gobierno en este país también está enfermo mentalmente”, denunció el diputado de la bancada opositora, Angel Medina. “No es más que un mecanismo tenebroso, terrorífico, que está utilizando Maduro y su gente para tratar de alienar a todos esos jóvenes que han sido lamentablemente detenidos”.
Además, el psicólogo Gustavo Zapata alertó acerca de que este intento formaría parte de una estrategia gubernamental iniciada desde las últimas dos semanas de mayo y la primera de junio, a través de la cual se busca argumentar la regulación de las redes sociales, disminuir el valor y razones de la protesta, así como justificar acciones para “reeducar” a los opositores.
Maduro anunció textualmente “un plan de recuperación especial” de unos 40 jóvenes capturados en las protestas potencialmente capaces de captar a otros. “No es la primera vez –recordaron los psicólogos- que el régimen hace pública su convicción de acuerdo a la cual quien piensa diferente no lo hace porque es libre y es su derecho, sino porque su propia mente no le pertenece, y pretende hacer del adversario político un enfermo que debe ser curado”.
Esta iniciativa podría llegar a alcanzar a todos quienes muestren su descontento, incluyendo al chavismo crítico y a la propia fiscal general Luisa Ortega Díaz.
Como precedentes históricos a esta iniciativa recordamos los campos de reeducación que fueron utilizados con similar propósito en Rumania en las décadas de 1940 y 1950, así como en los campos soviéticos en Siberia, conocidos como gulags, que causaron graves daños emocionales en quienes fueron sometidos a semejantes prácticas.
“Sabemos que ese último y codiciado reducto de la libertad individual es tan complejo como frágil y los estragos de una operación de reingeniería psicológica son difíciles de tramitar y en cierto punto inaceptables”, advirtió el doctor Zapata.
La grave advertencia de los psicoanalistas busca “tratar de detener lo que a todas luces es una política lesiva de la libertad y dignidad humanas”.