Fallece el padre de la unificación alemana
Ha fallecido un gran estadista y un gran europeísta, padre de la unificación de Alemania, Helmut Kohl, a los 87 años, en su pueblo natal de la Renania, Ludwigshafen. Fue durante 16 años Canciller de la República Federal de Alemania (RFA).
Siendo Kohl canciller de la RFA, vio caer el muro de Berlín, y con ello abrió las puertas hacia la entonces República Democrática Alemana (RDA) controlada por los rusos soviéticos, y conseguir la unificación (reunificación) de Alemania.
Tres días antes de la caída del muro Helmut Kohl declaró que pasaría una generación antes no se llegara a la unificación de las dos alemanias.
No fue así. Con su instinto de gran estadista decidió la unificación, a pesar de quienes creían que sería la ruina de Alemania, porque debía encajarse dos sistemas políticos y económicos opuestos: pasar de la dictadura a la democracia en la Alemania comunista, de un sistema económico estatalizado a un sistema de libre mercado, acertar en el cambio de paridad de la moneda (el marco) y finalmente asumir las enormes inversiones que requerían una economía obsoleta con el necesario cambio de mentalidad de quienes trabajaban en esta economía. A Alemania le costó 100.000 millones de euros la unificación.
La unificación fue posible gracias a que Helmut Kohl supo jugar bien sus bazas en el tablero internacional, con George Bush padre, favorecedor de la unificación, Mijail Gorbachov, secretario general del partido comunista de la Unión Soviética, y François Mitterrand, presidente de Francia, así como con los otros países europeos, y al mismo tiempo vencer las reticencias de Margareth Thatcher, primer ministro de Gran Bretaña, que estaba totalmente en contra al principio.
Helmut Kohl no era un político al uso. No fue un hombre con un brillante currículo, pero fue un político consciente del momento histórico que le tocó vivir. Reforzó la presencia alemana en la Alianza Atlántica (liderada por Estados Unidos) que era la manera de evitar otra guerra mundial en Europa por las disputas entre Alemania y Francia.
Análogamente asumió la carga histórica de su país y no quiso ser el líder europeo que implanta la “germanización” en el continente, y vio que la unidad entre todos los países europeos democráticos, incluso aquellos que habían sido comunistas, era el antídoto más eficiente contra las tentaciones totalitarias en el viejo continente.
La unidad europea se fundaba en la amistad franco-alemana, los dos países más desarrollados y al mismo tiempo más enfrentados en los últimos siglos. Esa amistad era la garantía para que Europa viviera en paz, como así ha sido desde 1945 hace ahora 72 años.
El precio que pagó Helmut Kohl para conseguir la unificación alemana fue aceptar la creación del euro como moneda en el continente y así apaciguar los fuertes recelos franceses ante la posibilidad de que el marco fuera la moneda fuerte de referencia en Europa.
La unificación de Alemania fue un día muy feliz para Kohl (octubre de 1990), como lo fue la caída del muro de Berlín (noviembre de 1989). La unificación (o reunificación) de Alemania supuso también el mantenimiento de las fronteras con Polonia (línea Oder-Neisse) como se había acordado al final de la Segunda Guerra Mundial, en Yalta.
La prensa mundial destaca que Helmut Kohl ha sido un gran estadista, comparándolo con los también cancilleres Otto Von Bismarck, el vencedor del a guerra franco-prusiana, y Konrad Adenauer, autor de la reconstrucción de Alemania destruida tras la derrota del nazismo.
Helmut Kohl, un cristiano practicante, promocionó a una joven procedente de la Alemania del Este (ex comunista), Ángela Merkel, y la llamó a formar parte de su gobierno. Merkel, a pesar de sus diferencias personales con Kohl, declaró que este fue “un golpe de fortuna para nosotros los alemanes”, y añadió: “Kohl cambió mi vida de modo decisivo”.
Por su parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, calificó a Kohl de “reformador, visionario y reformador”, y George Bush padre, que le ayudó a la reunificación alemana, dijo que Kohl era “uno de los mayores líderes de la Europa de la postguerra. El presidente de la Comisión de la Unión Europea, Jean-Claude Juncker definió a Kohl como “la esencia de Europa”.
Los éxitos como estadista no serán oscurecidos por acontecimientos personales y familiares del final de su vida. Helmut Kohl dimitió de la presidencia de su partido, el Partido Cristiano-Demócrata, al haberse descubierto financiación ilegal.
Su esposa Hannelore Kohl, que tenía una grave enfermedad que no podía ver la luz, fue hallada muerta en 2001, al parecer tras quitarse la vida. Polémico fue para sus dos hijos que su padre terminara con su viudez y se casara a los 78 años con su secretaria Maike Richter, 34 años más joven que él. Después de una fractura de fémur, Kohl quedó imposibilitado y vivió el resto de sus días en una silla de ruedas.