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Tomemos "conciencia" de ser débiles, vulnerables y pecadores: sólo el poder de Dios salva y cura, afirmó el papa Francisco en la homilía de la misa en la Casa Santa Marta del Vaticano.
Ninguno de nosotros "puede salvarse a sí mismo": necesitamos "del poder de Dios" para ser salvados.
El papa Francisco reflexionó sobre la Segunda Carta de san Pablo a los Corintios, en que el apóstol habla del misterio de Cristo, diciendo que "tenemos un tesoro en recipientes de barro".
Porque es "el poder de Dios, la fuerza de Dios la que salva, cura, pone de pie". Esto en el fondo es "la realidad de nuestra vulnerabilidad".
Además de la "hipocresía hacia los demás", prosiguió Francisco, está la de la "confrontación con nosotros mismos", es decir cuando creemos que "somos algo distinto", pensando "que no necesitamos de sanación" ni "apoyo". Cuando decimos: "no estoy hecho de barro", tengo "un tesoro en mí".
"'Somos perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados'. Siempre está esta relación entre el barro y el poder, el barro y el tesoro", reconoció el Papa.
El apóstol Pablo, subrayó el Papa, con esta manera "de pensar, de razonar, de predicar la Palabra de Dios" nos lleva a un diálogo "entre el tesoro y el barro". Un diálogo que continuamente tenemos que hacer, "para ser honestos".
Francisco puso el ejemplo de la confesión: cuando "decimos los pecados como si fueran una lista de precios en el mercado", pensando que "blanquea un poco el barro" para ser más fuertes.
En cambio tenemos que aceptar la debilidad y la vulnerabilidad, aunque resulte "difícil" hacerlo: aquí entra en juego "la vergüenza".
Está en la "generosidad" el reconocimiento "de ser vulnerables, frágiles, débiles, pecadores".
Sólo si nosotros aceptamos ser barro, concluyó el pontífice, el "extraordinario poder de Dios vendrá a nosotros y nos dará la plenitud, la salvación, la felicidad, la alegría de ser salvados", recibiendo así el "tesoro" del Señor.