Un tercio de los latinoamericanos vive en zonas de alto riesgo de desastres naturalesLa crecida del río Uruguay, que mantiene por estas horas diezmados a miles de habitantes tanto en Uruguay como en otras localidades argentinas como Corrientes, Entre Ríos o Misiones, es apenas un eslabón de la larga cadena de desastres naturales, en este caso las inundaciones, con los cuales debe lidiar América Latina.
Cuando suceden estas cosas también rápidamente aparece la solidaridad y esa también es una característica de estas tierras. Por ejemplo, en el departamento uruguayo de Salto (ubicado a 500 kilómetros de Montevideo), donde las lluvias y las inundaciones provocaron de momento más de 6.000 desplazados debido a la crecida del río Uruguay, desde las diversas comunidades católicas se ha lanzado un plan de ayuda.
“Nuestra prioridad está puesta en quienes están viviendo en las carpas. Las hay de encerados, de chapas o de nailon de silos para granos. Prácticamente todas en un estado muy precario donde la humedad y el frío le ganan por lejos a las necesidad y posibilidades de calentamiento y secado tanto de las personas como de sus ropas”, expresaba el sacerdote José María García Germoni al portal de la Conferencia Episcopal de Uruguay (CEU).
Gracias a la coordinación con las diversas autoridades regionales es posible llevarle a esas personas alimentos y ropa para paliar el difícil momento, máxime cuando el frío comienza a aproximarse con fuerza en el hemisferio sur.
Situaciones similares han estado atravesando hace poco otros países como Paraguay, Chile y un poco más atrás Perú, Colombia y Ecuador. Ahora son las intensas lluvias, deslizamientos de tierras, pero hasta hace poco la sequía o los incendios forestales, como Chile, por ejemplo. En centro y norte del continente otros fenómenos suelen golpear más con fuerza como huracanes, temblores, terremotos.
Es que convivir con desastres naturales se ha transformado lastimosamente en un asunto cotidiano en América Latina y los más afectados suelen ser los más vulnerables.
A propósito de esto, recientemente un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), recuerda que “un tercio de la población de América Latina y el Caribe vive en zonas de alto riesgo de desastres naturales, los cuales afectan sobre todo a los más pobres”.
En promedio, son 5 millones de personas las afectadas por desastres naturales en la región, algo que tiene grandes consecuencias económicas.
“Cada año ocurren cerca de 70 eventos climáticos extremos en América Latina y el Caribe y el 70% de las emergencias en la región están relacionadas con el clima”, prosigue el informe.
Esta situación, recuerda la FAO, hace urgente la necesidad de implementar en la región un acuerdo para reducir los riesgos de desastres, entre otras cosas, además de un proceso serio de adaptación al cambio climático.
Una de las actividades más afectadas a nivel regional por los desastres naturales es la agricultura. Según la FAO, esta actividad en los países en desarrollo “sufrió el 23% de todos los daños y pérdidas causadas por desastres de mediana y gran escala entre 2006 y 2016”.
Alimentación y desastres naturales
El tema de los desastres naturales va de la mano con la protección de la seguridad alimentaria debido a que estos fenómenos suelen tener un impacto directo sobre diversas actividades que representan el sustento de muchas personas.
La alternativa para mitigar estos efectos son las prácticas agrícolas mejoradas. “Pero el sector agrícola no sólo es una víctima, muy por el contrario es parte de la solución, y puede jugar un rol clave para la reducción del riesgo de desastres”, explicó Anna Ricoy, oficial de la FAO, reproduce el sitio web.
“La agricultura, la ganadería, los bosques y la pesca y la acuicultura ofrecen soluciones innovadoras para enfrentar las causas de fondo de los riesgos, al proteger los medios de vida de los más pobres y vulnerables que son los más afectados por los desastres”, explicó Ricoy.
Pero más allá de números y especulaciones, el tema de los desastres naturales en el continente es un tema cotidiano, repetitivo y que tiene en vilo a muchas personas que año a año reciben sacudones, deben abandonar sus hogares y depender de la solidaridad de otros. La hora de pensar en cuestiones de fondo se hace más urgente que nunca.