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Trump está considerando revocar la política de Obama sobre Cuba

CUBA-HUMAN RIGHTS-PROTEST

Adalberto Roque | AFP

John Burger - publicado el 14/06/17

El debate continúa sobre la mejor forma de promover los derechos humanos

Las informaciones recientes sobre que el presidente estadounidense Donald J. Trump está considerando revocar parte de la política hacia Cuba iniciada por su predecesor, Barack Obama, han renovado el debate sobre si un mayor compromiso con La Habana ayudaría al progreso de los derechos humanos en Cuba.

Después de meses de negociaciones secretas mediadas por el papa Francisco, Washington y La Habana anunciaron en diciembre de 2014 que restaurarían por completo sus relaciones diplomáticas. En los meses siguientes, la misión diplomática que cada país tenía operativa fue reinstaurada como embajada y la administración Obama alivió algunas restricciones de viaje y comercio con Cuba. También se retiró a la nación isleña de la lista oficial de patrocinadores del terrorismo.

Durante su campaña presidencial en 2016, Trump dijo que revertiría las reformas de Obama si La Habana no liberaba a sus prisioneros políticos y garantizaba a los ciudadanos cubanos más libertades políticas y religiosas. En los meses recientes, supuestamente habría estado conversando con el senador Marco Rubio, republicano por Florida, y otros sobre los posibles futuros pasos.

“Tengo confianza en que el presidente cumplirá con su compromiso con la política hacia Cuba haciendo cambios orientados estratégicamente y que promuevan las aspiraciones del pueblo cubano de libertad económica y política”, declaró Rubio a The New York Times.

El Times señaló también que Mario Díaz-Balart, un republicano que representa partes de Florida del Sur en la Cámara de representantes, estaba negociando con la Casa Blanca cuando Trump quiso que la Cámara aprobase una propuesta de ley que revocaría y sustituiría la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible (apodada Obamacare). Supuestamente, Díaz-Balart habría pedido garantías a Trump de que sostendría esa línea dura hacia Cuba que expuso durante su campaña.

A Rubio y a Díaz-Balart les gustaría que la administración bloqueara transacciones entre empresas y agencias estadounidenses que tienen vínculos con el ejército cubano, informó el Times.

El presidente Trump, según personas cercanas a estos debates, también está considerando endurecer las restricciones de los viajes de estadounidenses a Cuba que fueron aliviadas el año pasado en vísperas del histórico viaje del por entonces presidente Obama a La Habana. La nueva política permite a los estadounidenses que hacen viajes educativos o culturales a Cuba iniciar su propio viaje allí sin permisos especiales del Gobierno de Estados Unidos y sin una empresa de viajes autorizada.

En una declaración el Día de la Independencia de Cuba, el pasado 20 de mayo, Díaz-Balart dijo: “Sin elecciones justas multipartidistas, derecho a asociación, libre expresión y libertad de credo religioso, una prensa independiente y la liberación de todos los prisioneros políticos, el pueblo cubano no es libre”.

En el segundo aniversario del anuncio de una nueva política, que Díaz-Balart califica de “apaciguamiento” del régimen castrista, el congresista manifestó que desde que se inició la política de Obama, “la opresión en la isla ha crecido significativamente”.

“Los arrestos políticos han llegado al impactante número de 9.484 este año”, afirmó. “Estoy impaciente por trabajar con el presidente entrante para revertir esta perspectiva errónea y practicar una política que ahonde en los intereses estadounidenses y respete las aspiraciones democráticas del pueblo cubano”.

Trump puede deshacer parte o el total de las acciones ejecutivas de su predecesor. El embargo comercial, instituido por el Congreso en los años 1960, podría permanecer efectivo, pero eso dependería del Congreso.

“La vigente política de Obama con Cuba abandonó a los activistas por los derechos humanos y pro-democracia en Cuba, así que Trump podría devolver el foco a ellos”, dijo Alberto de la Cruz, editor de Babalú, un blog que documenta los abusos de derechos humanos en Cuba. “El viaje por intercambio cultural es básicamente una artimaña. No hay intercambio cultural. Vas allí e instituciones propiedad del gobierno te dirigen a lugares propiedad del gobierno y, en realidad, no estás viendo Cuba desde una [perspectiva] cultural, ves lo que el gobierno quiere que veas. Así inyectan dinero en sus arcas. Siempre es bueno engrasar la maquinaria de la represión”.

Sin embargo, muchos expertos opinan que revertir la nueva política suprimiría la motivación que necesita Cuba para abrazar las reformas democráticas. “Cualquier paso atrás hacia la política de aislamiento, manifiestamente fracasada, sería un error grave y voluntario”, sostiene Bonnie Kristian, escritora asociada de Defense Priorities escribiendo en un artículo para Real Clear World. “Dificultará los progresos hacia la libertad de Cuba y volverá a atrincherar la nefasta autoridad del régimen en La Habana”.

Según Sarah Stephens, directora ejecutiva fundadora del Centro para Democracia en las Américas (CDA) y directora de la Plataforma para Innovación y Narrativa de Atlantic Fellows, la cooperación ha sido una experiencia positiva para ambos países. Stephens hizo referencia a un nuevo estudio publicado por la organización Engage Cuba que advertía de que replegarse en la actual política estadounidense hacia Cuba costaría a los negocios y a los contribuyentes de EE.UU. 6600 millones de dólares durante el primer mandato de Trump y afectaría a 12.295 empleos de todo el país.

“El estudio muestra que en 50 años de sanciones impuestas a Cuba, la política de EE.UU. nunca creó los beneficios laborales, la reunificación familiar y la diplomacia que hemos visto durante los 30 meses de compromiso con Cuba”, declaró Stephens. “Este estudio muestra lo implicado que se ha vuelto EE.UU. en las relaciones normales con Cuba económicamente y plantea la pregunta de por qué deberíamos pagar el precio de volver hacia atrás diplomáticamente”.

De la Cruz considera que estos argumentos son errados.

“La verdad de la cuestión es que el resto del mundo ha estado relacionándose con el Gobierno cubano; Canadá [lo ha hecho] durante tres décadas. ¿Cómo ha convencido Canadá al Gobierno cubano para que haga algo en materia de reformas y derechos humanos? Cuando tratas con el Gobierno cubano, el trato está abocado al fracaso. Si vas a hablar sobre derechos humanos o reforma o democracia, ahí se acaba la conversación. Fin de la reunión. No aceptarán ningún acuerdo que incluya cualquier condición previa sobre derechos humanos”.

De la Cruz añadió que la mayoría del dinero que el estudio predice que perderían los negocios estadounidenses está en el sector de viajes. “Y eso suponiendo que todas y cada una de las personas que ya no volarían a Cuba tampoco volarían a ningún otro sitio”, añade. “El resto es agrícola. El embargo no nos impidió vender comida, solo que tienen que pagar en metálico. (…) Lo que Cuba quiere es la capacidad de financiarlo. Nunca pagarán porque eso es lo que hacen. Tienen una deuda de miles de millones con todo el mundo”.

El estudio decía que los líderes religiosos y las organizaciones humanitarias “también tienen mayor libertad de relación con el pueblo cubano y tienen un impacto positivo en la isla. Los gobiernos de Estados Unidos y Cuba también se han comprometido a cooperar según sus intereses compartidos en protección medioambiental, reducción de riesgo de desastres y disminución de emisiones”.

Un sacerdote argentino que lleva cuatro años trabajando en Cuba, tras ser preguntado por ejemplos concretos sobre las diferencias que han supuesto la política Obama, respondió que no ha visto cambios en el gobierno.

“Ninguno”, dijo el padre Carlos Peteira, un misionero en Sancti Spíritus, una ciudad en el centro de Cuba.

Sí ve cambios en la gente ordinaria, pero atribuye esos cambios a otras fuerzas, como la mayor comunicación con los cubanos en el extranjero. Hay más cubanos viajando, más hogares que mejoran y más personas, “incluso las más humildes”, que tienen un mayor acceso a la tecnología, sobre todo a través de teléfonos móviles, afirmó el sacerdote. Se permiten más empresas privadas, sobre todo en ámbitos de venta de alimentos, transporte de cargamentos y pasajeros y en el alquiler de viviendas, agregó el sacerdote. De hecho, a algunas personas participando en estos trabajos les va mejor que a otros profesionales. “Muchos médicos dejan su profesión para criar cerdos, y con beneficios significativos”, comentó.

“En lo referente a nuestra labor pastoral, hemos tenido una libertad aceptable”, dijo el padre Pateira. “Al menos todas las manifestaciones de fe, en especial las procesiones, han podido llevarse a cabo sin dificultad y en viajes de grandes distancias, algo impensable antes de la década de 1990. No hay indicios de que pueda realizarse una notificación más allá del ámbito de lo estrictamente religioso, mucho menos de pensar en la posibilidad de recuperar centros educativos privados, como escuelas o universidades gestionadas por la Iglesia”.

Aunque las noticias se han centrado en la posible vuelta atrás de Trump en relación a la política de Obama, el presupuesto propuesto por el presidente para el Departamento de Estado sí da que pensar a algunos cubano-estadounidenses prodemocracia. El presupuesto, que la administración envió al Congreso en mayo, suprime los fondos de USAID para Cuba, Venezuela y Ecuador —unos fondos que, tradicionalmente, han ayudado a los reformistas dentro de esos países—.

“Este presupuesto es muy preocupante en lo referente a la financiación de la democracia en países de Latinoamérica”, dijo Ileana Ros-Lehtinen, diputada republicana por Florida del Sur, al periódico Miami Herald. “Es imperativo que los Estados Unidos continúen apoyando a la sociedad civil y a los activistas por los derechos humanos en Cuba, Venezuela y Nicaragua”.

La ayuda a Cuba está regida por la Ley Helms-Burton de 1996 y la Ley Cuban Democracy de 1992, explicaba el Herald. Entre otras cosas, estas leyes autorizan donaciones de alimentos a organizaciones no gubernamentales o individuos además de otras ayudas a individuos y organizaciones para promover el cambio democrático no violento en Cuba:

Los programas para Cuba que promovió USAID el año pasado incluyeron 6 millones de dólares en subvenciones por un periodo de tres años a organizaciones para “ofrecer ayuda humanitaria a prisioneros políticos y sus familias, e individuos y grupos marginados políticamente en Cuba”, y un programa de 754.000 dólares para traer jóvenes cubanos a Estados Unidos para periodos de prácticas.

Entre los programas de USAID para Cuba que han sido criticados en los últimos años estaban un esfuerzo fracasado por incorporar la escena hip-hop cubana para despertar un movimiento juvenil que levantara la voz contra el gobierno, un programa para crear una red secreta parecida a Twitter llamada ZunZuneo y un evento promocionado como un taller para la prevención del VIH que llevó a jóvenes latinoamericanos haciendo de turistas en Cuba con la misión de reconocer a “potenciales agentes de cambio social”.

Associated Press, que desveló por primera vez estos proyectos en 2014, dijo que el objetivo de ZunZuneo era, primero, crear un programa para que los cubanos hablaran libremente entre ellos y luego canalizar contenido político que pudiera crear malestar político.

USAID dijo que el objetivo de ZunZuneo era conectar a los cubanos de forma que, con el tiempo, pudieran participar de temas de su propia elección, y que solo se mandaban a ZunZuneo noticias tecnológicas, de deporte y de cultura general. Pero un informe de la Oficina del Inspector General descubrió algunos mensajes precoces que contenían sátira política burlándose de los líderes cubanos.

ZunZuneo solo estaba empezando cuando el subcontratista de USAID, Alan Gross, fue arrestado en La Habana en diciembre de 2009 por distribuir en Cuba equipos de satélite con conexión a Internet. Gross fue sentenciado a 15 años por un tribunal cubano que dictaminó que su intención era debilitar al gobierno, aunque fue liberado después de cumplir cinco años, el 17 de diciembre de 2014. Ese día fue cuando Estados Unidos y Cuba anunciaron su acercamiento después de más de medio siglo de hostilidades.

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