Un festival internacional que se trasladó a las calles de Lima Una gigante peluca rulosa captura la atención de los transeúntes de las calles de Lima. Se trata de “La muñeca”. Con frío o con calor, ella siempre está lista para arrancar sonrisas. Esta vez en el cruce del semáforo de una céntrica avenida; hizo de las suyas. Gerardo, la lleva sobre sus hombros desde muy temprano, su única misión es hacer reír.
Las manos que le dan vida a esta marioneta deben lidear con un celular que timbra o deja de hacerlo. Sin embargo, la imaginación encontró lugar en Lima, capital del Perú, al realizarse con éxito la fiesta de los títeres.
La familia “Pichilín” lo hizo posible. En el respetable, son pocos los que sucumben ante las vibraciones de los celulares. Será posible que en las épocas donde la atención en el mundo real sucumbe ante la tecnología, las manos que dan vida a los títeres provoquen carcajadas.
Sonrisas que nacen en los cerros
En una calle empolvada, entre los cerros de Comas, en el cono norte de Lima, Herber Díaz iba hilando una idea que evitaría la extinción de este arte. Este es el barrio del artista peruano quien le dio el nombre de “Sheati Titere Internacional” a este quinto festival de marionetas que se realiza en la ciudad virreinal desde 2013.
Durante cuatro días títeres de México, Venezuela, Chile, Ecuador y Argentina tienen algo que decir en este festival. El festival se echó a andar en las calles, y desde hace dos años saltó a las aulas universitarias, como lo relata su creador a un diario local de Perú.
“Las mamushkas –esas muñecas rusas que se colocan una dentro de otra- le hicieron comprender a un niño con cáncer, sin una gota de dramatismo que se iba a morir,” recuerda Pablo Moreno, el actor mexicano director de una compañía de teatro en ese país.
Sin palabras las marionetas dicen más
Las marionetas se convierten en un medio para decir o proyectar aquello que no puedes decir, afirmó el actor durante el festival. Mientras que Alfredo Suarez, miembro de la misma compañía teatral tiene el desafío en casa. Su hermano menor padece de hidrocefalia. No habla, no ve y se alimenta con biberón y papillas. Cuando le pongo el muñeco en el oído y luego en la boca para que diga algo, logramos comunicarnos, comentó el joven actor.
El festival finalizó con el ingreso de “Gigantón”, una marioneta gigante, elaborada por los jóvenes estudiantes de la Universidad de Ciencias y Humanidades (UCH) en comas. De esta forma este arte intenta mantener viva la capacidad de sensibilización de los seres humanos, cuando lo que vivimos y sentimos no se puede expresar con palabras, los títeres sí lo pueden hacer. Los artistas han prometido seguir sensibilizando.