Algunos de los grandes santos de la Iglesia no eran ilustres obispos o papas sino simplemente niños.
Ellos nos enseñan que la clave de la santidad es hacerse pequeño y tener una confianza como de niño en nuestro Padre del cielo.
Los adultos pueden sentirse hinchados por el orgullo y tener mayores dificultades para aceptar la voluntad de Dios, pero los niños no tienen ese impedimento y pueden mostrar una fe inspiradora.
Aquí hay cinco santos de estos, de muy poca edad, dedicados a Dios y llegados al reino de los cielos antes de alcanzar la madurez.
El pequeño José iba a la escuela cuando estalló la guerra cristera en 1926. Sus hermanos se unieron voluntariamente a los rebeldes y José quería ir con ellos. Decía que quería entregar su vida a Jesucristo y se dio cuenta de que fácilmente podía morir en el campo de batalla.
El general finalmente permitió a José ser el portador de la bandera de la tropa. En una batalla fue capturado y presionado por los soldados a renunciar a su fe cristiana. José se negó rotundamente y su negativa enfureció a los soldados.
Le cortaron las plantas de los pies y le obligaron a caminar hacia el cementerio.
Él continuó gritando «¡Viva Cristo Rey!» y al final el comandante le disparó por no renunciar a su fe. José murió a los 14 años de edad.
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