La Cuaresma está llegando a su fin.
No olvides a Aleteia en tu ofrenda cuaresmal
para que brille la esperanza cristiana.
¡Apoya a Aleteia!
Quizás no nos importan los cristianos perseguidos tanto como pensamos. Algunas personas sienten una profunda compasión y empatía por personas que están muy alejadas, la misma compasión que podrían sentir por un niño o un amigo.
Pero no todo el mundo.
No todos
Sé que yo mismo, al igual que otros, caemos en una comodidad ciega que usa las historias de los demás para apoyar la nuestra. Sé de la emoción de encontrar una historia que ejemplifica una creencia que ya se tiene; me da un arma más. Los cristianos perseguidos son unas armas estupendas.
Y también sé de los placeres de sentirse molesto. Un ser humano caído puede molestarse fácilmente porque lo disfruta, cuando no le cuesta nada.
En otras palabras, podemos llegar a utilizar con facilidad el sufrimiento ajeno para avanzar en nuestras causas preferidas, especialmente nuestras causas por la guerra de culturas, y así proveernos de sentimientos placenteros. Puede que sintamos una compasión sincera por los cristianos perseguidos, pero nuestra sinceridad no siempre es tan profunda o pura como pensamos.
Con demasiada comodidad nos enganchamos a estudios de naturaleza religiosa que el profesor Alan Levinovitz califica de “pornografía espiritual”. Este profesor de Estudios Religiosos aplica el término a un par de libros que enfrentan culturas, pero también sirve para mucho de lo que hacen los cristianos (quiero señalar que no estoy comentando sobre su análisis de los libros, ya que ambos los escribieron amigos).
La pornografía espiritual, según escribe “está protagonizada por héroes y villanos cómodos. Los héroes son idealizaciones del público meta, que alientan el narcisismo, y los villanos son caricaturas de El Otro, que alientan el fanatismo”. El porno espiritual está “diseñado para despertar gritos de ‘¡Sí! ¡Sí!’ en sus lectores”. Fomenta una “fantasía hueca de guerra moral”.
Se puede ver cómo podríamos contar fácilmente este tipo de historia sobre cristianos perseguidos, en especial si los perseguidores son liberales o musulmanes. ¡Sí! ¡Sí! ¡Chúpense esa, pérfidos liberales, perversos musulmanes! La máquina de guerra cultural devora todo lo que encuentra. Hacemos clic en ‘compartir’ en nuestras páginas de Facebook y sentimos que hemos insuflado una fresca bocanada de verdad y justicia.
Esto no sirve a los cristianos perseguidos. Nos hará sentir bien, pero a ellos no les ayuda. Necesitan compasión con hechos.
Practicar la compasión
La compasión sin hechos es vana, como podría haber dicho el mismo Santiago. Cualquiera puede enfadarse o entristecerse ante el sufrimiento de los cristianos, porque el enfado o la tristeza sientan muy bien. Todo el mundo puede ser un activista de sillón, porque el clictivismo es muy fácil.
Sin embargo, una publicación en Facebook no es una obra en el sentido que el Apóstol espera que obremos. Tampoco un tuit. Los hipervínculos sin hechos son vacíos.
Aquí tienen algunas sugerencias para apoyar de verdad a nuestros hermanos y hermanas que sufren en Cristo.
Primero, recen por ellos, pero no como un elemento genérico de su lista de intercesiones. Podrían decir un Padrenuestro y un Ave María por cada mártir que conozcan por su nombre. Podrían rezar por los cristianos en una localidad o región o iglesia específicas. Que sus oraciones sean detalladas, precisas. Dediquen al sufrimiento unos minutos más de su día.
Segundo, den dinero a agencias católicas que ayuden a estos cristianos, no como parte de su donativo regular, sino como un extra. Renuncien a su café especial diario o a la segunda cerveza en el bar y donen el dinero ahorrado. Y mientras tanto, que ese diminuto sacrificio les aporte algún sentimiento hacia los enormes sacrificios que los perseguidos hacen todos los días.
Tercero, aprendan sobre sus iglesias y sus vidas hasta cierto detalle. Cuando se ama a una persona, queremos saber todo sobre ella: quién es, de dónde viene, a qué se dedica, cuál es su pasado, quién le quiere y quién le odia. Y también funciona al revés, según creo: empiezas a amar a aquellos que conoces mejor.
Cuarto, anuncien su sufrimiento y sus dificultades. Compartan los hipervínculos hacia sus historias. Incluso mejor, escriban sobre ellos ustedes mismos (así se puede poner en práctica mi tercera sugerencia). Esto demostrará su propio compromiso con sus vidas y resultará más efectivo a la hora de motivar a los demás a compartir tu preocupación, más allá de solo publicar otro enlace.
Quinto, y quizás lo más difícil: Escuchena los líderes cristianos de países donde los cristianos viven como minoría. No acepten los medios de comunicación de masas ni las historias del Gobierno sobre lo que sucede en esos países. Sus líderes desafían la narrativa dominante, en especial aquí en Estados Unidos, la compartida por derecha e izquierda, el consenso general estadounidense que damos por cierto. Ten en cuenta sus intereses cuando valores qué candidatos o causas apoyar.
Es lo contrario al viejo chiste sobre las relaciones románticas: No es por nosotros. Es por ellos.