Un sacerdote que conoces puede estar necesitando leer esto, ¡compártelo! Podemos estar desanimados, podemos sentirnos profundamente abatidos o decepcionados con nuestros hermanos sacerdotes, con uno de nuestros superiores, con nuestra comunidad, con nosotros mismos.
Podemos perder toda motivación o sentirnos fuertemente atraídos por una mujer.
En ese momento delicado, tenemos que descender hasta nuestras raíces más íntimas y encontrar fuerza en esa llamada personal divina:
“El Señor me escogió, a mí, personalmente, antes de la constitución del mundo. Soy sacerdote para siempre. Mi sacerdocio representa la mayor dignidad a que un ser humano puede ser elevado. Yo tengo la condición de hijo del Rey; tengo la misma dignidad radical que tiene el Santo Padre. Estoy por encima de los ángeles. María Santísima trajo a la tierra al Hijo de Dios una vez en la historia. Yo, con la fuerza de mi palabra sacerdotal, puedo traerlo todos los días en la santa misa...”.
Don Rafael Llano Cifuentes.
Libro – Sacerdotes para o terceiro milênio, pg 14, Ed. Santuário.
Traducción libre del portugués al español.