Colossal. Amor, odio y monstruos

Nacho Vigalondo se dio a conocer en medio mundo cuando en 2003 fue nominado al Oscar al mejor cortometraje por 7:35 de la mañana, un cortometraje de ocho minutos escasos que se puede ver

Fue a partir de entonces cuando muchos descubrimos Una lección de cine (1999), Código 7 (2002) y posteriormente Choque (2005). No estaba claro si detrás había un cineasta de los pies a la cabeza pero como mínimo, lo que sí parecía claro es que el tal Vigalondo era un tipo atrevido, con ideas frescas y muy resultón. Lo típico no entraba –ni entra- en sus planes.

Los cronocrímenes (2007), su primer largometraje, confirmó buena parte de todo lo anterior. No era una película perfecta pero, ¡diantres!, era muy original y te mantenía pegado a la butaca de principio a fin y esto es muy difícil hacerlo. Después de diversos cortometrajes, un largometraje –Extraterrestre (2011)- y de coquetear con Hollywood en cintas colectivas de terror, Vigalondo se marcó un triple salto mortal sin red con Open Windows (2014).

La cinta está filmada desde el punto de vista de una web-cam y no es una obra maestra absoluta porque, en mi opinión, en su tercio final parece centrarse demasiado en sorprender con su trama que en cerrar con cohesión y eficacia lo propuesto. Si no, la película habría que ponerla en un pedestal. Si Los cronocríemenes te tenía pegado a la butaca, Open Windows te taladraba a la butaca, aunque le costará rematar la jugada. Aun así, muy recomendable.

Ahora, con Colossal, Vigalondo parece haber desembarcado definitivamente en Hollywood. Y lo ha hecho con una estrella como Anne Hathaway y con una película de monstruos, o al menos, eso es lo que parece. Decíamos líneas arriba que a Vigalondo, eso de hacer lo típico, no va con él, y eso está muy, pero que muy bien. Sobre todo cuando uno sobe cómo darle la vuelta a los clichés.

Vigalondo propone con Colossal algo realmente divertido y original. El problema o la virtud, es que en realidad el film poco tiene que ver con Godzilla aunque algunas de sus imágenes nos hagan acordarnos del clásico nipón de modo que imagino que descolocará a más de uno.

En realidad, Colossal, y esto no se oculta en ningún momento, es una historia de amor frustrada, un relato sobre una relación de amor odio donde al final lo segundo termina pesando más que lo primero. Resulta además que hay un par de monstruos de por medio. Sin embargo, lo realmente brillante de esta cinta imperfecta pero muy apreciable cinta es cómo se conectan ambas cuestiones. Puro delirio.

Colossal es original y divertida y vale la pena ir a verla. Puede que a algunos les chirríe esto o aquello. A mí me dio la impresión de que se quedaba a medio camino pero esto no quiere decir que sea una mala película.

El film es ameno y Vigalondo, sin conocerlo personalmente, me cae bien, aunque tengo la incómoda sensación que de este material se podía haber sacado más sustancia. No lo sé. De momento, podemos darnos con un canto en los dientes porque la película más original de la temporada llegada de Estados Unidos ha tenido que ser la de un español. Cosas de la globalización, supongo.