Comer queso ─incluso los tipos grasos─ no aumenta tu riesgo de sufrir un infarto o una embolia. Tampoco el beber leche entera o tomar yogures sin desgrasar. Al menos, eso es lo que ha descubierto un metaanálisis reciente publicado en el European Journal of Epidemiology.
Un equipo internacional de expertos unió los resultados de 29 estudios observacionales de todo el mundo y descubrieron que el consumo de lácteos no se relacionaba con un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, enfermedad coronaria o cualquier otro tipo de causa de muerte. De hecho, descubrieron una disminución del 2% de riesgo de enfermedad cardiovascular derivada del consumo de productos lácteos fermentados, como el queso y el yogurt.
Según The Guardian, el profesor Ian Givens, uno de los investigadores participantes en el análisis, incluso afirmó que los resultados invalidan la noción generalizada de que las grasas saturadas son malas para el corazón.
Hay una creencia bastante extendida, aunque errónea, entre el público de que los productos lácteos en general pueden ser perjudiciales, pero es una idea equivocada. Aunque es una creencia muy extendida, nuestra investigación prueba que está confundida.
Ha habido mucha publicidad durante los últimos 5 a 10 años sobre cómo las grasas saturadas incrementan el riesgo de enfermedad cardiovascular y ha crecido la creencia de que deben incrementar el riesgo, pero no es así.
Sin embargo, no te lances compulsivamente sobre ese queso Jarslberg. Los asesores sanitarios de Public Health England, una agencia ejecutiva del sistema sanitario de Reino Unido, sigue precavida y, aunque reconoce que los productos lácteos son importantes para una dieta equilibrada, mantienen que el vínculo entre las grasas saturadas en los productos lácteos y las enfermedades cardíacas es real. Recomiendan “escoger variedades bajas en grasas de leche y productos lácteos o consumir menores cantidades para reducir las grasas saturadas y la sal en la dieta”.
PubMed Health, servicio de información sanitaria con el apoyo de la Biblioteca estadounidense de Medicina (NLM), también insistió en el control y en que, al contrario de lo que asegura el estudio, “consumir demasiadas grasas saturadas o sal está demostrado que es perjudicial para nosotros y puede incrementar el riesgo de problemas para la salud, como enfermedades cardiovasculares”.
La falta de confianza en los resultados del estudio puede estar relacionada con el hecho de que la investigación estuvo en parte financiada por tres grupos relacionados con la producción de lácteos: Global Dairy Platform, Dairy Research Institute y Dairy Australia. Aunque el artículo insiste en que la financiación no tuvo influencia sobre los resultados, el escepticismo oficial es comprensible.
En definitiva, seguid comiendo queso, pero moderad la cantidad. Quizás deberíais cancelar vuestra reserva semanal en ese restaurante de fondue o al menos ir solo una vez al mes. El consejo de Aristóteles sigue siendo el mejor, independientemente de los metaanálisis que tengamos: “Todo con moderación”.
Excepto el queso bajo en grasa. De verdad… no. Proteger el corazón no merece apuñalar el alma con un queso bajo en grasas.
Hoy celebramos a...