El Pontífice exhorta a llevar adelante el ‘apostolado de la oreja’ y ser profetas de esperanzaEl papa Francisco pidió abandonar la auto referencialidad en la Iglesia y dijo en tono jocoso: “Es feo cuando una consagrada está siempre mirándose al espejo”. Lo hizo al recibir en audiencia a las Pías Discípulas del Divino Maestro que celebran su Capítulo General este 22 de mayo de 2017 en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano.
De esta forma, invitó a que haya una mayor unión entre los religiosas, a pesar de vivir distintos carismas, y poner todo al servicio de la Evangelización, siendo fieles a la propia identidad.
“Nadie construye el futuro aislándose, ni solo con sus propias fuerzas. Por esto les invito a cultivar el diálogo y la comunión”. Todo para luchar contra la “auto referencialidad”.
En primer orden, Francisco se disculpó con las religiosas por el retardo en el inicio de la audiencia debido a su encuentro precedente con los obispos de Guatemala que se hallan en la tradicional visita a la Santa Sede y las tumbas de San Pedro y San Pablo, Ad Limina.
“Estos encuentros, se alargan, se alargan y luego las monjas pagan los platos rotos”, expresó Francisco en tono jocoso y causando las risas en el auditorio.
En otro momento, el Papa invitó a tener esperanza y alegría. “No al cáncer de la resignación”. “El diablo nos dice: ‘Pero somos pocas” […] y la cara se alarga (se hace sobría)”, dijo el Papa suscitando más risas entre las religiosas.
Les animó a ser profetas de esperanza, con los ojos fijos en el futuro, donde el “Espíritu impulsa, para continuar a hacer grandes cosas con ustedes” (cf. VC 110). “La esperanza que no defrauda no se basa en los números o en las obras, sino de Aquel para quien nada es imposible (cf. Lc 1,37), reiteró.
Francisco citó a San Agustín: “sólo la esperanza nos lleva a ser cristianos” (La Ciudad de Dios, 6, 9, 5). Y afirmó: “Nuestra vida ahora es la esperanza, entonces luego será eternidad” (Comentario al Salmo 103, 4, 17).
Comunión
El Papa reflexionó junto con las religiosas sobre las cosas que destruyen o alimentan el espíritu de la comunión. Así, les exhortó “a estar abiertas al Espíritu Santo, Maestro de la diversidad y de las diferencias”.
Asimismo, les invitó a cultivar la atención y la acogida reciproca: “Mediante el cultivo de la atención y la aceptación mutua; la práctica de la corrección fraterna y el respeto a las hermanas más débiles; crecer en el espíritu de la convivencia; desterrando de divisiones de la comunidad, la envidia, los chismes; decir las cosas de manera abierta y con la caridad”.
Escuchar
El apostolado del oído (oreja) es el apostolado quizás el más importante hoy, sostuvo el Sucesor de Pedro. “Escuchar” compartir con los hombres y mujeres de hoy. “No se cansen de ejercitar continuamente el arte de escuchar y de compartir”.
“Escuchar y compartir son más necesarios que nunca, si queremos que nuestra vida sea absolutamente significativa para nosotros mismos y para las personas que encontramos”.
El discernimiento ayuda a la hora de reconocer lo que pertenece al “Espíritu” y lo que no lo es. La cultura actual presenta las coas como ‘buenas’. El Papa advierte que, en cambio, se puede caer en una cultura del zapping y, a veces, de una cultura de “muerte”.
“Debemos aumentar el habitus del discernimiento, formarnos y formar en el discernimiento”, apuntó. ‘¿Señor que quieres que yo haga, que hagamos?’.
Ser “humildes y hábiles”, apasionados por Dios y por la humanidad para ser portavoces de Dios contra el mal y contra el pecado, recomendó. (cfr Vita consecrata, 84).
Alegría
“Como consagradas vivan, en primer lugar, la profecía de la alegría, esa alegría que nace del encuentro con Cristo en una vida de oración personal y comunitaria, en la escucha cotidiana de la Palabra, en el encuentro con los hermanos y hermanas, en una vida feliz y fraterna, que incluye la fraternidad y el abrazo de la Carne de Cristo en los pobres”, abundó.
“Profetas de una alegría que nace de sentirse amados y, porque se sienten amados, perdonados”.
Las Pías Discípulas del Divino Maestro están presentes en los cinco continentes y celebran su Capítulo General, titulado: “Vino nuevo en odres nuevos”. La comunidad ha sido fundada por el sacerdote Santiago Alberione en Italia, el 10 de febrero de 1924. Con su rama contemplativa, ellas pertenecen al tercer instituto de la familia Paulina.