Todo cambió cuando su pequeño hijo estuvo en peligro de muerteHasta hace poco tiempo, la “fadista” Mariza consideraba que el santuario de Fátima “era una realidad comercial”, pero esa idea “desapareció completamente” tras el nacimiento de su hijo.
La cantate de fado cuenta en primera persona su “conversión” al gran recinto de Cova da Iria, en un texto publicado en la más reciente edición de Fátima XXI, la revista cultura del santuario, donde se declara “creyente” y “católica”, aunque no vaya “a la iglesia todos los domingos”.
Mariza considera que puede “hablar con Dios donde” y “cuando” quiera. “Lo hago por la mañana, para agradecer el día que me da, en la noche también, cuando estoy preparándome para ir a dormir: ‘gracias por el día que me diste: pudo no haber sido bueno, pero lo acepto, sólo puedo aceptarlo'”.
“El nacimiento prematuro de mi hijo me deparó una situación muy grave: Martim tenía un problema pulmonar; si no evolucionaba favorablemente en el plazo de dos semanas, me decían, tendría que desconectar la máquina que lo ayudaba a respirar. En ese momento, no sé por qué razón, llamé a mi mamá y le dije: ‘vámonos a Fátima'”, escribe Mariza.
Tras una semana, y “contra todo pronóstico”, el hijo mejoró, yendo más tarde a casa, aunque tuviera que recurrir a una bombona de oxígeno hasta cumplir doce meses.
“Cuando cumplió un año, Martim estaba completamente fuera de peligro. Yo agarré a mi hijo y, al día siguiente, fuimos a Fátima… él es tan mi hijo como de Nuestra Señora de Fátima. Es de nosotras dos. Ahora, el Santuario tiene para mí un valor muy, muy, muy especial. Empecé a mirarlo de forma completamente diferente”, subraya.
También la relación con María “se volvió completamente diferente”. “En ese episodio que se llevó a cabo a causa de mi hijo, en el Santuario de Fátima, sentí que estaba hablando con una madre, y de mamá a mamá. Yo le decía: “tú, que eres madre, entiendes lo que me está sucediendo”.
“Con todo ello, ¡descubrí que no sabía amar! Tenía todo como garantizado: yo no sabía amar. Pero, después, descubrí la importancia del amor; yo podía querer mucho y podía tener todo el dinero del mundo, podía tener todos los médicos del mundo, pero no estaba en mis manos. Pienso que ¡nunca en la vida he querido tanto a una persona como he querido a mi hijo! Y Nuestra Señora de Fátima me escuchó. Fátima me enseñó a amar”, concluyó Mariza.
El número cinco de la revista Fátima XXI incluye un cuaderno temático sobre el centenario de las apariciones del ángel, que señala este año, y entrevistas al cardenal patriarca de Lisboa y presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa, D. Manuel Clemente, y la editora Zita Seabra.