A pesar de que el Ángel de la Paz y Nuestra Señora de Fátima aparecieron durante el contexto de la Primera Guerra Mundial, los mensajes divinos son quizá más relevantes hoy en día
El Ángel de la Paz apareció tres veces a los pastores, Lucía, Jacinta y Francisco, comenzando en la primavera de 1916 en Fátima, Portugal.
Estas visitas prepararon el camino para las seis apariciones de Nuestra Señora de Fátima al año siguiente.
El mensaje de Fátima puede perderse a veces en lo misterioso y lo espectacular: las apariciones, los “tres secretos”, el “baile del sol”.
Sin embargo, las principales súplicas del Cielo se referían a nuestras actividades terrenales cotidianas y cómo estas forjarían nuestro destino eterno.
La consecuencia eterna del pecado mortal no arrepentido es el infierno; sabiendo esto, debemos vivir nuestras vidas según las leyes de Dios, en obediencia, pureza y virtud.
El mensaje central de Fátima es una súplica urgente para permanecer en el camino estrecho al cielo.
Oración, sacrificio, cambio
Es importante entender que Fátima nos llama a la conversión, y también a un alejamiento diario del pecado.
Con el fin de convertir a los impenitentes, el Ángel primero enseñó a los niños el gran valor de la oración de intercesión.
Subrayando la importancia de nuestra intercesión, la única cosa que la Virgen María pidió en las seis apariciones fue para nosotros rezar el Rosario, todos los días.
Ella les dijo que nuestras oraciones pueden ayudar a salvar almas,
“Oren, oren mucho, y hagan sacrificios por los pecadores; Porque muchas almas van al infierno, porque no hay nadie que se pueda sacrificar y orar por ellas“.
No es sólo la oración de intercesión, sino también nuestros sacrificios y sufrimientos intercesores que son eficaces.
En virtud de nuestro Bautismo, todos somos llevados al Cuerpo de Cristo y participamos en Su sacerdocio, como parte del sacerdocio común de los fieles.
Actuando en nuestro papel sacerdotal, podemos ofrecernos como “sacrificios espirituales” aceptables a Dios y en expiación por los pecados (CCC 1141).
Comunión
Al unirnos más al Cuerpo de Cristo, el Ángel y la Virgen María dijeron que debemos buscar consolar a Dios mediante la recepción y adoración digna de la Eucaristía.
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