Un país con fuerte arraigo minero que suele sufre sus efectos negativos La localidad de San Antonio está ubicada en el departamento de Potosí (Bolivia). Se trata de un pequeño pueblo integrado por unos 700 habitantes, donde sus actividades principales para el sustento diario pasan por la agricultura y la cría de camélidos (llamas).
Sin embargo, en esta localidad la minería también se hace presente con fuerza e incluso con algunas consecuencias negativas. Por ejemplo, al encontrarse esta localidad en la parte baja de una montaña de residuos minerales, hace poco se detectó un fuerte mal olor en el río Aljamayu, que baja por la montaña.
Justamente, estos residuos están vinculados al material extraído de la mina y están en el exterior. En esta fase, las cooperativas, organizaciones integradas por trabajadores autónomos, en Potosí rescatan menos de la mitad de plata, estaño, zinc y plomo, lo que termina generando más desperdicios.
Este trabajo lo hacen con “ingenios”, básicamente molinos de bolas de acero que acaban de reducir en polvo el mineral que llega triturado. El funcionamiento suele ser sencillo, son de modesto tamaño y gracias a ellos es posible procesar material de baja ley (conozca más detalles sobre actividad minera en Bolivia).
Para realizar este trabajo los mineros utilizan químicos y, por lo tanto, exponen a la zona a la contaminación de los cauces de ríos y tierra.
Una de las pobladoras, de nombre Calixta, fue testigo de cómo uno de sus animales murió al poco tiempo de haber bebido agua de ese río, el Aljamayu, de color amarillo-verduzco y con fuerte olor a azufre, indica La Razón.
Esta situación va más allá de esta pequeña localidad boliviana. Una reciente investigación a cargo de la Universidad Mayor de San Andrés así lo dejó entrever. En ese sentido, en La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí hay 34 comunidades contaminadas por al menos 65 millones de toneladas de desechos mineros, reproduce La Razón de Bolivia.
Además de la muerte de animales, las personas de esta zona empiezan a tener diversas afectaciones. Por ejemplo, al estar cerca de una escuela, en los últimos días se registró el aumento de diarreas entre los estudiantes de la región, confirma ese medio.
No es la primera vez que suceden estas cosas con los desechos mineros en Potosí. En el año 2015 los desperdicios de las plantas procesadoras de los minerales comenzaron a expandirse por las calles y ríos de la zona Pampa Ingenio, generando la presencia de materiales químicos perjudiciales para la salud, tal cual indicó la prensa en su momento. Esto generó incluso el inicio de una investigación a nivel del Ministerio Público por la presunta comisión de delito contra la salud pública. Y como este caso hay otros que terminan siendo también perjudiciales.
Bolivia es un país con fuerte arraigo en la minería y desde hace siglos el Cerro Rico de Potosí ha ayudado a su desarrollo gracias a esta actividad. Pero también están sus efectos negativos, que cuando se realiza en situaciones informales y sin los recaudos correspondientes termina afectando al medioambiente y a la gente, como en esta oportunidad a varios pueblos andinos, cuyos pobladores se han transformado en víctimas de los desechos mineros.