Conoce la norma clave para mejorar la relación Jean-Baptiste Poquelin, más conocido como Molière, fue un famoso dramaturgo francés del siglo XVII. Aunque escribió muchas obras que hoy se consideran clásicos, una de sus obras teatrales más conocidas fue una comedia titulada La escuela de las mujeres, centrada en una estratagema matrimonial fuera de control.
En el momento de su escritura, la obra planteaba muchas cuestiones en torno a las mujeres y el matrimonio, algunas de las cuales siguen vigentes hoy día, como cuál es el objetivo de un matrimonio y cuál es la función de una mujer en él.
Linda Dillow, moderna escritora cristiana y coach matrimonial, ha escrito varios libros que abordan este mismo tema. Uno, titulado What’s It Like To be Married to Me? [¿Qué significa para mí estar casada?], ofrece consejos a las mujeres basándose en su propio matrimonio, de 47 años de duración, sobre cómo cambiarse una misma en favor de una mejor relación marital.
Sus filosofías de autoayuda han ganado tracción y se han vuelto especialmente influyentes en ciertas partes de Europa; tanto es así que en ciudades polacas como Varsovia y Cracovia han surgido talleres basados en su filosofía.
En estas sesiones, mujeres católicas —esposas, madres y amigas— se reúnen para leer el libro de Dillow y ayudarse mutuamente a poner en práctica su filosofía, la cual, entre otras cosas, promete ayudar a las mujeres a volverse a enamorar de sus maridos.
Sin embargo, ¿de verdad puede fortalecer un matrimonio el hecho de cambiar tus malos hábitos (como las quejas)? Hemos hablado con mujeres que han participado en estos talleres para descubrirlo:
Sueños pre-boda
“Es tentador pensar que una mujer se convierte automáticamente en esposa después de la boda. Pero cuanto más tiempo estás casada, más puedes ver cuánto trabajo supone no ya el ser una esposa, sino el ser una buena esposa”, dice Mirka Lukowska, una de las directoras de los talleres para esposas.
Es fácil que, al comienzo de la unión, sientas que entras en una vida idílica, un “felices para siempre” después de una boda de ensueño, pero entonces llegan los pequeños contratiempos, los altibajos de la vida diaria, que suponen un duro golpe con la realidad.
Por ello, el taller comienza pidiendo a las mujeres (ya lleven décadas o unos pocos días casadas) que recuerden todas las razones que las motivaron originalmente a querer casarse con sus maridos.
“Queremos recordar los sueños que teníamos antes de nuestra boda”, explica Agnieszka Strzoda, una de las fundadoras de los talleres.
“Personalmente, yo imaginaba que mi matrimonio sería maravilloso y romántico, que dispondríamos de mucho tiempo para tener citas, pero llegó un momento en que se interponía todo el tiempo que pasábamos con la colada, la cocina y cuidando de los niños, y empezamos a olvidarnos de esas otras cosas. Parte del objetivo de estos talleres es ayudar a las mujeres a recordar ese tipo de sueños y a recuperarlos”, explica.
Otra mujer en el taller, Malgorzata Czapska, hace casi 25 años que es esposa. Dice que se preparó para el matrimonio lo mejor que supo: leyendo, estudiando, pidiendo consejos a las personas que respetaba y en quienes confiaba.
“Para mí era muy importante descubrir qué hace falta para ser una buena esposa y tener un matrimonio sólido”, afirma, “en especial desde una perspectiva espiritual, porque quería construir una relación basada en el auténtico sacramento del matrimonio. Lo que descubrí rápidamente gracias a mi investigación es que ni el mejor de los matrimonios católicos sería fructífero sin mucho esfuerzo. Así que me uní a estos talleres para asumir la responsabilidad de mi esfuerzo en mi matrimonio”.
Prohibido quejarse
Después de que las esposas se comprometen de nuevo con los motivos por los que se casaron con sus esposos en primer lugar, los talleres proponen a las participantes una sencilla norma que seguir: prohibido quejarse sobre sus maridos.
“Es fácil quejarse sobre cualquiera, pero es crucial recordar que, cuando decidimos casarnos con nuestros maridos, vimos algo especial en ellos. Algo en mi marido me atrajo a él, algo en él me cautivó. La idea de la norma sobre no quejarse es una vuelta a esa perspectiva inicial”, explica Mirka Lukowska.
Sin embargo, aunque Lukowska respeta la norma, al principio no le dijo a su marido que estaba asistiendo a estos “talleres” para esposas. “Oculté el libro; quería hacer el taller sin que él lo supiera”, admite.
En los talleres, las esposas reciben muchas tareas diferentes y también deberes que hacer en casa, como en el instituto. Se pide a las mujeres, por ejemplo, que pongan en práctica el pensamiento positivo y digan cosas agradables sobre sus maridos.
Incluso reciben tareas físicas que han de vigilar para controlar su progreso: “Tenía que cambiar mi pulsera de una mano a la otra cada vez que tenía un pensamiento negativo o simplemente cuando empezaba a quejarme de mi marido [como un recordatorio para detenerme]. A veces la cambiaba varias veces en una hora. Mi marido no se daba cuenta de la pulsera, pero yo sí me daba cuenta de que él estaba más feliz”.
Por fin, cuando Lukowska habló a su marido del taller, sucedió algo incluso más sorprendente: él propuso llevar también una pulsera “para que él también pudiera asumir el reto”, explica Lukowska.
Para otra participante, Malgorzata Czapska, el ejercicio también funcionó estupendamente, porque la base de una relación marital es la comunicación.
Al no centrarte en las quejas, te permites abrirte a tu esposo de nuevas formas y ver sus necesidades de una forma más clara. Incluso sugiere ir un paso más allá y enviar a tu marido a lo largo del día mensajes de texto o correos electrónicos con piropos o mensajes cariñosos.
Entonces, ¿cuál es el objetivo?
“El propósito de estos talleres es encontrar una forma de avanzar en nuestro matrimonio”, afirma con seguridad Malgorzata Czapska. “En nuestras reuniones compartimos nuestras dudas, nuestras esperanzas y nuestros deseos. Miramos a lo que podemos arreglar, lo que podemos cambiar. Y las otras mujeres en nuestra pequeña ‘escuela para esposas’ se ayudan mutuamente a descubrir todas esas emociones y soluciones”.
Agnieszka Strzoda, otra mujer que está probando el taller, añade que debido a que ha jurado compartir su vida con su marido, merece la pena dedicar tiempo a este taller para cuidar de su relación. “[Ya] no intento ser la esposa ideal. Quiero ser una esposa que le apoye, una esposa a la que mi marido tenga ganas de ver después de trabajar, una amiga y una compañera”, declara.
Muchas de las participantes dicen también que confían en hacer sus matrimonios más santos, más cercanos a la forma que Dios los concibió. Así que no solo trabajan en mejorar la comunicación con sus maridos, sino también en mejorar la salud espiritual de su relación.
“El sacerdote que bendijo nuestro matrimonio dijo que era muy importante que viviéramos en una relación de tres: nosotros dos y Dios”, explica Czapska. “Estas relaciones deben estar en un continuo movimiento para que funcionen. Un matrimonio sacramental debería imitar la Trinidad y buscar unidad [entre esas tres partes]”.
¿Estás interesada en estos talleres para esposas o quieres empezar tu propio taller en tu localidad? Puedes encontrar más información aquí (aunque, claro, tendrás que utilizar el traductor de Google si no encuentras a alguien que hable polaco): www.spotkaniamam.pl
Este artículo se publicó originalmente en la edición polaca de Aleteia.