En la misa en Egipto, muestra la revolución del Evangelio: “El único extremisto permitido es el de la caridad”La Segunda Jornada del Papa Francisco en Egipto comenzó con la celebración de la Eucaristía en el “Air Defense Stadium” de El Cairo. Al terminar la celebración el Patriarca de Alejandría de los coptos, Su Beatitud Ibrahim Isaac Sedrak, saluda al Santo Padre Francisco en nombre de todas las denominaciones católicas.
La homilía del Papa Francisco estuvo dedicada al episodio evangélico de los discípulos de Emaús. El Papa quiso resumirlo en tres palabras: “muerte, resurrección y vida”.
Muerte
“Los dos discípulos regresan a sus quehaceres cotidianos, llenos de desilusión y desesperación”, explica el Papa: “El Maestro ha muerto y por tanto es inútil esperar”.
Esto también ocurre hoy en día: “Cuantas veces el hombre se auto paraliza, negándose a superar su idea de Dios, de un dios creado a imagen y semejanza del hombre; cuantas veces se desespera, negándose a creer que la omnipotencia de Dios no es la omnipotencia de la fuerza o de la autoridad, sino solamente la omnipotencia del amor, del perdón y de la vida”.
En esta primera parte concluyó: “Si nosotros no quitamos el velo que oscurece nuestros ojos, si no rompemos la dureza de nuestro corazón y de nuestros prejuicios nunca podremos reconocer el rostro de Dios”
Resurrección
“Cuando el hombre toca fondo en su experiencia de fracaso y de incapacidad, cuando se despoja de la ilusión de ser el mejor, de ser autosuficiente, de ser el centro del mundo, Dios le tiende la mano para transformar su noche en amanecer” explicó el Papa mostrando que “no podemos encontrar a Dios sin crucificar primero nuestra pobre concepción de un dios que sólo refleja nuestro modo de comprender la omnipotencia y el poder.”
Vida
“La Resurrección no es una fe que nace de la Iglesia, sino que es la Iglesia la que nace de la fe en la Resurrección”, explicó el Papa en su homilía destacando que “la experiencia de los discípulos de Emaús nos enseña que de nada sirve llenar de gente los lugares de culto si nuestros corazones están vacíos del temor de Dios y de su presencia; de nada sirve rezar si nuestra oración que se dirige a Dios no se transforma en amor hacia el hermano”
“Para Dios, es mejor no creer que ser un falso creyente, un hipócrita”, afirmó el Papa, que explicó que una verdadera fe “nos lleva a proteger los derechos de los demás, con la misma fuerza y con el mismo entusiasmo con el que defendemos los nuestros.
El Papa finalizó su intervención con un llamamiento contra los extremismos: “el único extremismo que se permite a los creyentes es el de la caridad. Cualquier otro extremismo no viene de Dios y no le agrada”.