Las increíbles casualidades. ¿Un juego del pintor, un gran reto, una búsqueda religiosa o un simple artificio?
Se llama Terraza de café por la noche y Vincent van Gogh la realizó en Arles, en Septiembre de 1888. Con esta obra pretende mostrar una noche especial. En una carta enviada a su hermana Willemie, el autor le explica que se ha propuesto un reto, quiere pintar la noche como nadie hasta ahora la había pintado, quiere hacer algo especial donde no existan puntos blancos y un fondo azulado.
Sin ninguna duda, Van Gogh hizo una obra especial, espectacular. Con colores cálidos juega con la perspectiva y hace el milagro: ilumina la noche convirtiéndola en una noche de alegría.
Pero…¿y si hubiera algo más? ¿Y si se refería a la noche más especial de todos los tiempos? ¿Podría la Terraza de café por la noche esconder un secreto? ¿Es posible que lo que pintó realmente Van Gogh sea “La Última Cena”?
El investigador independiente Jared Baxter cree que sí y para sostener su argumento analiza la disposición de las figuras en el cuadro. En el cuadro se pueden ver doce personas y en medio de ellas una figura que se destaca. Un halo de luz que ilumina directamente a este misterioso protagonista. ¿Podría ser Jesús?
Además de esta estructura, que podría deberse a una simple casualidad, el autor sostiene que en el cuadro hay varias cruces: Podrían estar ahí como un símbolo “secreto” que diera más fuerza a su pintura. Una en el fondo de las mesas y otra a la derecha de la pintura, en una de las ventanas.
Incluso la figura amarilla, símbolo mágico de Van Gogh podría significar la presencia de un ángel, alguien que quiere estar presente en esa “Última Cena”.
Van Gogh y la religión
Todas estas premisas pueden quedar refrendadas si investigamos un poco más en su vida e inquietudes. Van Gogh era el hijo mayor de un pastor de la Iglesia Reformada Holandesa. Estudió teología y estaba siguiendo el camino de su padre en el ministerio. Fue rechazado en su examen de admisión al seminario, hizo un curso de tres meses en una escuela misionera y después asumió un cargo misionero en la región minera del carbón en Bélgica.
No obstante su percepción de lo religioso y su anhelo de la trascendencia quedo ahí, tanto que quiso mostrar lo divino en lo cotidiano: en cosechadores de patata, prostitutas, niños, la naturaleza, el sol. Así se lo expondría a su hermano Theo: “Es bueno seguir creyendo que todo es más milagroso de lo que se puede comprender, eso es verdad; es bueno mantenerse sensible y humilde y tierno de corazón… Pues lo que se puede aprender es mejor que lo que Dios ha dado por naturaleza a cada alma humana”.
En una de esas cartas hace una gran confesión. Estaba hablando de esta obra, de “Terraza de café por la noche” y le escribía a su hermano: “Tengo una necesidad tremenda de, debo decir la palabra, religión”.
¿Pinto secretamente Van Gogh la “Ultima Cena”? ¿Quiso hacer una propia interpretación de lo sucedido? ¿Tuvo rubor de confesarlo o simplemente es una gran casualidad? El arte y la pintura demuestran que los grandes artistas controlan hasta el último detalle sus obras y pocas veces dejan espacio a las casualidades.