La muerte es “el último acto social”. Los tanapractores no arreglan cuerpos, “despiden personas”
La preparación para el último culto social de la vida. Esta es la función de la tanatopraxia, una disciplina tan necesaria como poco mediática. Su principal tarea es preparar estéticamente a los difuntos para su velatorio y funeral. Sin embargo, este proceso va mucho más allá y se convierte en un verdadero ritual según Esteban Ferrándiz, tanatopractor de Barcelona. Dedicado a esta profesión desde hace casi una década, asegura que “no arregla cuerpos, despide a personas”.
Limpiar, taponar, suturar y maquillar. Cuatro pasos, simples, serios y rigurosos para algunos. Más sofisticados para otros.
“Cada persona es distinta”, aclara Ferrándiz. Sin embargo, no importa la procedencia, la raza, el género ni la religión. Así se desarrolla el proceso básico que separa el momento en el que las personas abandonan este mundo y el último encuentro de sus restos con sus allegados.
“Los cuerpos deben estar limpios, verse descansados, bonitos y oler bien, porque la familia ha de poder darles la mano, o algún beso”, explica.
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