Fue algo más que un sueñoHace ya un año que celebré la última misa de mi primo Carlos Manuel. Recuerdo muy bien cuando me dieron la noticia, no quería creerlo, era tan joven… pero Dios tenía otros planes para Él y lo llamó a su presencia.
Fue una gracia asistir al funeral y celebrar su Eucaristía de despedida. Aunque estaba llena la iglesia, fue una misa por demás triste; ver el dolor de mis tíos y primos fue desgarrador, ¿qué dolor más grande que ver a un hijo partir, a un hermano apagarse?
Cada vez que pienso en ellos se los encomiendo al buen Dios, le pido que les dé consuelo y fuerzas para continuar, pensar en su sufrimiento me conmueve mucho.
Estas letras las escribí a las tres de la mañana porque, mientras dormía soñé con mi primo, fue un sueño lindo, comencé a sentir mucha paz y vi a alguien a mi lado, era mucho más alto que yo y cuando me fijé reconocí a Carlos Manuel.
Se veía tan bien… Estaba tan feliz…
Me tomó del hombro y me abrazó, caminábamos en una montaña muy soleada, con un cielo bien azul y nubes grandes. No sé porqué pero lo primero que le dije fue:
– Primo, lamento tu accidente…
– Nada que lamentar; aunque al inicio tenía mucho miedo, se me quitó cuando vi que Jesús estaba a mi lado… De hecho todo pasó aquí y me gusta mucho, es la puerta por donde entré al cielo de la mano de Dios.
– ¿Dios estaba contigo? ¿Cómo es el cielo?
– Es estupendo, lo tienes que conocer, Jesús es muy bueno con nosotros, tienes que venir a conocerlo.
– Haré todo mi esfuerzo en portarme bien para ganar el cielo, te lo prometo.
Vinieron a mi mente en ese momento mis tíos y le pregunté:
– Oye primo ¿no extrañas tu vida, tu familia, tus amigos?
– Sí, sobre todo a mi mamá, papá y hermanos, hace poco le dije a Dios que me tocó la mejor familia y me aseguró que los había elegido especialmente para mí.
– Cierto, tienes una familia muy bonita, te extrañan mucho, a mis tíos se les ve en sus ojos lo mucho que les haces falta.
– Lo sé, y cuando se acuerdan de mí los abrazo; me preocupaba verlos tristes, pero mi abuelito me dijo que estarán bien, que su fe les ayudará a descubrir que estoy muy contento y lleno de buenas personas, ya hasta tengo amigos.
En ese momento me desperté, eran las tres de la mañana, y aunque fue un sueño muy corto estaba tan contento de haber platicado con mi primo que me puse a escribirlo (te agradezco Carlos Manuel por recordarme que el cielo sí existe; por cierto, no te despediste 🙂 espero platicar más tiempo contigo para la siguiente).
Mientras escribo no puedo dejar de pensar en el dolor de mis tíos y en ti papá, mamá, hijo, hija, esposo, esposa, amigo, amiga que desgraciadamente has visto partir a un ser muy amado, tal vez en un accidente, como mi primo, o por una larga y dolorosa enfermedad.
Confío mucho en mi buen Jesús, y en esa “mansión” que fue a prepararnos, que te recuerdo que no hay motivo para desesperarse, así como mi primo se encuentra tan bien, tu familiar o amigo también están disfrutando de la gloria de Dios y ¡algún día volverás a reencontrarte con el/ella! Pues todos somos ciudadanos, ciudadanos del cielo.
Y a ustedes tíos, mi corazón me dice ¡que no fue sólo un sueño!