En su homilía en Santa Marta, el Papa invita a hacer este breve examen de conciencia cada díaGuardémonos de seguir fantasías y falsos ídolos, sólo Dios nos ama como un padre y nos espera siempre. Lo subrayó el papa Francisco en la misa de la mañana en la Casa Santa Marta del Vaticano. El pontífice, al comentar la Primera Lectura del Libro del Éxodo, enfatizó el amor de Dios por su pueblo, a pesar de la infidelidad de este último. También hoy, dijo el Papa, nos hará bien preguntarnos si nos alejamos del Señor para recurrir a ídolos y a la mundanidad.
Dios ha soñado a su pueblo, pero éste lo ha desilusionado: el papa Francisco se inspiró en el Libro del Éxodo para detenerse en el “sueño y las desilusiones de Dios”. El pueblo, dijo, es “el sueño de Dios, soñaba porque amaba”. Ese pueblo, sin embargo, traicionó los sueños del Padre y así Dios “empieza a sentir la desilusión” y pide a Moisés que baje del monte donde estaba para recibir la Ley.
El pueblo “no tuvo paciencia para esperar a Dios” sólo 40 días. Se hicieron una ternera de oro. Un dios para divertirse” y se “olvidaron del Dios que los había salvado”, recordó el Papa.
En el corazón del hombre siempre está la tentación de la infidelidad hacia Dios
El profeta Baruc, recordó Francisco, “tiene una frase que representa bien a este pueblo: ‘Se han olvidado de quien les ha criado’”:
“Olvidar a Dios que nos ha creado, que nos ha hecho crecer, que nos ha acompañado en la vida: esta es la desilusión de Dios. Y muchas veces en el Evangelio, Jesús en las parábolas, habla de ese hombre que hace un viñedo y fracasa, porque los trabajadores lo quieren para ellos. En el corazón del hombre, siempre está esta inquietud. No está satisfecho de Dios, del amor fiel. El corazón del hombre tiende siempre a la infidelidad. Y esta es la tentación”.
Dios es “desilusionado” por la infidelidad de su pueblo que busca a los ídolos dioses, por lo tanto, “por medio de un profeta, le reprocha al pueblo” que “no tiene constancia, no sabe esperar, se ha pervertido”, se aleja del verdadero Dios y busca otro dios:
“Esta es la desilusión de Dios: la infidelidad del pueblo … Y también nosotros somos pueblo de Dios y conocemos bien cómo es nuestro corazón y cada día debemos retomar el camino para no resbalar lentamente hacia los ídolos, hacia las fantasías, hacia la mundanidad, hacia la infidelidad”.
El Papa invitó a cuestionarse: “Creo que hoy nos hará bien pensar en el Señor desilusionado: ‘Dime Señor, ¿tú estás desilusionado de mí?’. En algunas cosas sí, seguro. Pero piensen y háganse esta pregunta”.
En Cuaresma preguntémonos si nos hemos alejado de Dios
Dios, afirmó el Papa, “tiene un corazón tierno, un corazón de padre”. Y recuerda también cuando Jesús lloró “por Jerusalén”. Preguntémonos, dijo una vez más, si “Dios llora por mí”, si “está desilusionado de mí” y si yo “me he alejado del Señor”.
“¿Cuántos ídolos tengo que no soy capaz de quitarme de encima – advirtió – que me esclavizan? Esa idolatría que tenemos dentro …. Y Dios llora por mí”.
“Pensemos hoy en esta decepción de Dios que nos ha hecho por amor y nosotros vamos a buscar amor, bienestar, pasarla bien en otros lugares y no su amor. Nos alejamos de este Dios que nos ha criado. Y este es un pensamiento de Cuaresma. Nos hará bien. Y esto, hacerlo todos los días; un pequeño examen de conciencia; ‘Señor, tú que has tenido tantos sueños para mí, yo sé que me he alejado, pero dime dónde, cómo, volver…’. Y la sorpresa será que Él siempre nos espera, como el padre del hijo pródigo, que lo vio venir desde lejos, porque lo esperaba”.