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En la Virgen María están puestas las esperanzas de millones de personas para el futuro de Europa y de todo el mundo.
A ella el papa Francisco le consagró recientemente Ucrania y Rusia, confiado en que intercederá por la paz y por un futuro luminoso para todos.
La consagración a María es un gesto que sigue una larga tradición y que también ofreció varias veces san Juan Pablo II, el Papa que tenía como lema "Totus tuus", todo tuyo María.
Suya es esta oración por Europa con la que pedir a la Madre del cielo personas acogedoras de los hermanos y de Jesús, serviciales y constructoras de un mundo más justo:
Oración
María, Madre de la esperanza,
¡camina con nosotros!
Enséñanos a proclamar al Dios vivo;
ayúdanos a dar testimonio de Jesús,
el único Salvador;
haznos serviciales con el prójimo,
acogedores de los pobres, artífices de justicia,
constructores apasionados
de un mundo más justo;
intercede por nosotros que actuamos
en la historia
convencidos de que el designio
del Padre se cumplirá.
Aurora de un mundo nuevo,
¡muéstrate Madre de la esperanza
y vela por nosotros!
Vela por la Iglesia en Europa:
que sea trasparencia del Evangelio;
que sea auténtico lugar de comunión;
que viva su misión
de anunciar, celebrar y servir
el Evangelio de la esperanza
para la paz y la alegría de todos.
Reina de la Paz,
¡protege la humanidad del tercer milenio!
Vela por todos los cristianos:
que prosigan confiados por la vía de la unidad,
como fermento
para la concordia del Continente.
Vela por los jóvenes,
esperanza del mañana:
que respondan generosamente
a la llamada de Jesús;
Vela por los responsables de las naciones:
que se empeñen en construir una casa común,
en la que se respeten la dignidad
y los derechos de todos.
María, ¡danos a Jesús!
¡Haz que lo sigamos y amemos!
Él es la esperanza de la Iglesia,
de Europa y de la humanidad.
Él vive con nosotros,
entre nosotros, en su Iglesia.
Contigo decimos
"Ven, Señor Jesús" (Ap 22,20):
Que la esperanza de la gloria
infundida por Él en nuestros corazones
dé frutos de justicia y de paz.
Por san Juan Pablo II
Oración concluyente de la exhortación Ecclesia in Europa