¿Sabías que hay un icono de la Virgen en la Estación Espacial Internacional?Hace unos meses visité en Noordwijh (Holanda) Space Expo, un museo de la Agencia Espacial Europea sobre el espacio. Muy recomendable.
Allí puedes realizar muchas actividades didácticas y divertidas sobre la física que rige el universo, asombrarte con el tesón e ingenio de los seres humanos para explorar el espacio, programar un simulacro de despegue de un cohete Ariane, hacerte un selfie como si llevaras un traje de astronauta, ver un audiovisual sobre el sistema solar en un planetario, sentirte como en la luna sin gravedad,…
Una de las atracciones estrella es una réplica de la Estación Espacial Internacional (ISS), un centro de investigación situado en órbita alrededor de la Tierra tripulado permanentemente por astronautas e investigadores de distintos países. Me llamó la atención descubrir, entre los artilugios dispuestos para organizar la vida a 400 kilómetros de altura, colgado en la pared un icono bizantino de la Virgen María con el niño Jesús.
En diversas fotografías de la ISS real se aprecia también esta imagen que representa a Nuestra Señora de Kazán y que fue llevada hasta allí por tripulantes rusos en el año 2011.
Según se explica en el artículo ¡Hay una imagen de la Virgen en la Estación Espacial Internacional!, fue un regalo del entonces patriarca de Moscú, Kiril, al director de la agencia espacial rusa Roscosmos para conmemorar el 50º aniversario del primer lanzamiento de un hombre al espacio, el ruso Yuri Gagarin. Su idea era que además de la misión científica, ese grupo de hombres llevara a cabo también una misión espiritual.
De hecho, el icono sigue ahí, como una explosión contenida de belleza, un mensaje de amor maternal que es difícil que no llegue a la persona que contempla la famosa imagen de la Virgen de Kazan…
Parece que no era la primera vez que un astronauta llevaba una imagen de María al espacio exterior. Incluso algunos astronautas llevaron consigo la Eucaristía a la ISS y comulgaron con unas extraordinarias vistas de la Tierra.
Como Mike Hopkins, que llevó consigo un píxide con seis hostias consagradas, partidas cada una en cuatro piezas, lo que le permitió comulgar una vez a la semana las 24 semanas que permaneció a bordo de la Estación Espacial Internacional, en el año 2013.
“Saber que Jesús estaba conmigo cuando salí fuera, al vacío del espacio, fue importante para mí”, explica, y añade: “Cuando ves la Tierra desde esa posición tan ventajosa y observas toda la belleza natural que existe, resulta difícil no permanecer allí y concluir que debe de haber una fuerza suprema que ha creado esto”.
El astronauta Thomas D. Jones también comulgó junto a otros dos compañeros (uno de los cuales era ministro extraordinario de la Eucaristía) en una misión espacial, que rememora en el libro Sky Walking: An Astronaut’s Memoir (Caminando por el cielo: Memoria de un astronauta).
“Kevin compartió el Cuerpo de Cristo con Sid y conmigo, y flotamos en la cabina de vuelo reflexionando en silencio en ese momento de paz y de verdadera comunión con Cristo”, explica.
“Mientras meditábamos tranquilamente en la oscura cabina, una deslumbrante luz blanca irrumpió por el espacio y entró en la cabina -recuerda-. La luz radiante del sol que se avistó a través de las ventanas delanteras del Endeavour y nos dio calor. ¿Qué otra señal podíamos pedir sino esa? Fue la afirmación gentil de Dios de nuestra unión con Él”.