Más de un millón de personas firman el apoyo a una tasa que grava a los ricos para poder darle algo a los pobres
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Un pequeño paso para los bancos, un gran paso para la humanidad. Así se presenta la tasa Robin Hood. El conocido personaje de la leyenda inglesa robaba a los ricos para poder dar algo a los pobres. La tasa Robin Hood no roba, sigue la parte bondadosa de esta filosofía gravando con una tasa del 0.05% algunas transacciones de los bancos entre ellos para invertir en finalidades como la lucha contra la pobreza extrema, el cambio climático o los recortes en servicios sociales. Distintas iniciativas en la web reclaman firmas de la ciudadanía para apoyar esta tasa. Más de un millón de personas ya se han comprometido. ¿Por qué hacerlo?
1 Porque la riqueza está repartida mundialmente de forma desigual y desequilibrada. Según el último informe de Oxfam, 8 hombres poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad. La situación, según la misma organización, es “extrema, insostenible e injusta”.
2 Porque los 56 países más pobres de todo el mundo se ven obligados a recortar gastos y subsidios sociales esenciales porque no tienen dinero suficiente. La crisis económica de 2008 agravó una situación que todavía no está resuelta. María Villanueva, de Oxfam, afirmó en el Huffington Post que “Es muy importante la contribución del sector financiero a los costes de la crisis”.
3 Porque con lo que para algunos es muy poco, conseguiríamos mucho: según lo estimado, un impuesto del 0.05% en las transacciones que tienen lugar entre instituciones financieras podría generar entre 150.000 y 520.000 millones de euros en todo el mundo.
4 Porque es una iniciativa que reclama la sociedad: Surgió en 2009 como una iniciativa mundial que ya cuenta con el apoyo de entidades sociales y organizaciones sin ánimo de lucro de 25 países (que representan a un total de 220 millones de personas). De hecho, una campaña viral con conocidas celebrities se ha unido a la causa.
5 Porque expertos e instituciones de todos los ámbitos la apoyan: La Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional, el G-20; 1.000 economistas de todo el mundo, expertos como Jeffrey Sachs (director del Earth Institute) o los premios Nobel Joseph Stiglitz o Paul Krugman. De hecho, la primera propuesta de esta tasa surgió del también Nobel James Tobin en 1970. Además, políticos como François Hollande o Angela Merkel la apoyan.
“Estamos de acuerdo en el hecho de que esta tasa sería un símbolo positivo que mostraría que hemos entendido que los mercados financieros deben contribuir a la recuperación de las economías” aseguró a su parlamento la canciller alemana.
6 Porque mejoraría la gobernanza económica. La velocidad de las transacciones dificulta la regulación del sector, pero este impuesto aportaría información de actividades de las que no se tiene registro. Por lo tanto, se trata de un paso más hacia la transparencia.
7 Porque podría disuadir la especulación. Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales, explicó en la publicación Huffington Post que esta tasa tiene la capacidad de actuar como un elemento “parcialmente disuasorio”. De hecho, la crisis económica fue provocada por transacciones especulativas sin ningún tipo de control. Con el impuesto, se desincentivarían.
8 Porque el beneficio es para todos: el planeta es de todos y que sea mejor es responsabilidad de todos, independientemente de la capacidad económica de cada uno.
Cabe tener en cuenta que los recursos del planeta se agotan y que las ONG reclaman una economía más humana que beneficie al conjunto de la ciudadanía. Con soluciones como la propuesta se debe impulsar la cooperación de los gobiernos para tomar medidas como el uso de energías renovables, luchar contra la concentración extrema de la riqueza y promover la igualdad entre mujeres y hombres es también clave. Sin embargo, y a pesar de la aprobación de la tasa por parte de 11 de países de la Unión Europea en 2013, el compromiso no se ha adquirido todavía.