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Papa Francisco: Tres Estrellas en el Alma

Pope Francis Rides In Motorcade Through New York’s Central Park

CARL COURT / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / AFP

NEW YORK, NY - SEPTEMBER 25: Pope Francis waves as he rides through Central Park in a Papal motorcade on September 25, 2015 in New York City. The Pope is in New York on a two-day visit. He spoke at the United Nations General-Assembly earlier and will lead a Mass in Madison Square Garden tonight. Carl Court/Getty Images/AFP

Mario J. Paredes - publicado el 11/03/17

Se acerca el tercer aniversario del Pontificado del Papa

El próximo 13 de marzo se inaugura el cuarto año del Pontificado del Papa Francisco. Desde el 13 de marzo de 2013 hasta hoy han transcurrido tres años de un Pontificado corto pero denso, novedoso, fructífero, renovador, transformador.

¿Y cómo resumir la personalidad y el Pontificado de Francisco?. ¿Qué decir del Primer Papa Latinoamericano en la milenaria Historia de la Iglesia Católica?

Tendríamos que empezar por decir que es un ser humano, muy humano, profundamente HUMANO. Con toda la carga semántica que decir “humano” y “humanidad” contiene, encierra y significa. Es decir, un ser humano que por lo profundamente humano revela, al tiempo, profunda divinidad; revela la imagen y semejanza de Dios, impronta de nuestra creaturalidad.

Son muchos los gestos y palabras profundamente humanas que brotan de la vida y obra de Francisco. Palabras y obras con las cuales ha estado siendo un vehículo de la divinidad en su humanidad y para toda la humanidad. En Francisco tenemos a un Obispo de Roma y, por ello, Cabeza de la Iglesia que es, ante todo y sobre todo, un hombre “humano”. Tan humano como Aquel de Asís al que nos remite su nombre de Pontífice.

Su profunda experiencia humana y de humanidad lo lleva – como Jesús – a acercarse a los débiles, a los más necesitados; a ocuparse de las causas de los marginados del mundo y alzar su voz en favor de la paz por la justicia, de la paz por la solidaridad y el respeto fraterno y misericordioso por todos, especialmente por los empobrecidos y despreciados de la tierra.

Esta profunda humanidad revela el “estilo” de Francisco y, como el filósofo Protágoras podemos decir de Francisco que “el estilo es el hombre” y su estilo, la medida de todas las cosas, la medida, carácter y sello de todo su ser y actuar, de todo su Pontificado.

Pero Francisco es un hombre CRISTIANO. Es un convencido de las causas del Evangelio de Jesucristo, que brotan del reconocimiento de Dios como Padre en el que todos quedamos hermanados, con un amor fraterno, misericordioso y universal, a la manera como el Padre bueno del cielo nos ama. La autenticidad de su vida cristiana no es un añadido a su persona. Por el contrario, el Evangelio es la esencia de su ser y se revela en todo su humano proceder.

Humanidad y vida cristiana no son en la vida y tarea misionera de Francisco una yuxtaposición incoherente, farisaica e hipócrita. No. Francisco es un ser humano animado por el evangelio de Cristo, un cristiano en su profunda humanidad.

Francisco, es un hombre, cristiano que ha entregado su vida al MINISTERIO SACERDOTAL Y PASTORAL, primero como sacerdote jesuita, después como Obispo en Argentina y ahora como sucesor de Pedro en la Iglesia Católica.

Y todo su proceder ministerial, sacerdotal, pastoral, ha sido un espacio en el que ha quedado manifiesta su vida profundamente humana y, por ello, verdaderamente cristiana.
En nuestro momento histórico, el estilo de Francisco resulta novedoso, contradictorio y chocante. Porque siempre resulta novedoso el Evangelio; porque la vida del evangelio en el mundo engendra contradicción y porque la lógica del evangelio choca con la lógica del mundo.

La novedad/ruptura del Pontificado de Francisco – aquí y ahora – se explica por lo evangélico que va resultando su Pontificado, por el apego honesto de su ministerio papal a la lógica del evangelio en contra de la lógica del mundo.

Esta autenticidad evangélica ha ido convirtiendo rápidamente a Francisco en un referente espiritual y moral para toda la humanidad. Lo cual ha quedado de manifiesto en toda su vasta obra en tan sólo tres años de Pontificado y, por ello, el interés que Francisco despierta en todo el mundo, en distintas sociedades y grupos sociales, en los Medios de Comunicación, durante sus viajes, en sus intervenciones en las redes sociales y en cada aparición pública que realiza.

Francisco nos ha recordado que el Evangelio de Jesús de Nazaret sigue vigente y – sin haber participado como padre conciliar – Francisco nos ha recordado que el Concilio Vaticano II – como el Evangelio – están por estrenarse, especialmente en esta coyuntura de transición de la Modernidad a la Posmodernidad tan necesitada del proceder humano y misericordioso de Jesús, de la lógica del Evangelio y del anuncio del Evangelio de una manera genuina, llana, simple, sencilla, directa, sin ambages ni circunloquios, como en su tiempo lo hizo y enseño Jesús.

Evidentemente, y como dije anteriormente, el estilo de Francisco es un estilo chocante. El estilo de su Pontificado levanta ampollas porque sala, purifica, renueva, enciende y quema, no se casa con el statu quo ni con una tradición milenaria inamovible, anquilosada, petrificada y – como el mismo lo ha denunciado – corrupta por lo necesitada de movimiento, luz, claridad y renovación en el Evangelio de Cristo.

El gran filósofo Danés, Soren Kierkegaard, en su ya famosísima parábola, cuenta la imposibilidad de un payaso para convencer a los habitantes de un pueblo cercano de un incendio en su circo. Los coterráneos pensaron que se trataba de una broma más para atraerlos a las funciones del circo debido a sus modales y vestimenta de payaso y el circo se quemó.

Hoy, todos están de acuerdo en que, con el estilo de su tarea evangelizadora, Francisco superó el problema planteado por Kierkegaard: porque Francisco llega y convence. Su tarea es creíble porque es coherente. Francisco ha mostrado que es posible romper los vetustos, obsoletos y anticuados moldes en los que se ha transmitido el Evangelio para acercarse – con “olor a oveja” – a los hombres de nuestro tiempo, especialmente a los de las “periferias” geográficas, sociales, institucionales, ideológicas, etc. Con Francisco queda patente que el vino nuevo requiere de nuevos cueros, de nueva mentalidad y de mentes y corazones sinceramente abiertos y dispuestos a la siempre nueva luz del Evangelio de Jesucristo, que todo lo renueva, que todo lo cambia, que todo lo transforma.

La densidad de este Pontificado, su extraordinaria riqueza se pone de manifiesto en lo basta de la obra de Francisco en tan corto tiempo.

Que baste enumerar aquí sólo unos hitos de su ministerio petrino: Una Encíclica: Lumen Fidei (sobre la fe)
Una Carta Encíclica; Laudato Si sobre el cuidado del medio ambiente.
Una Bula: Misericordiae Vultus para convocar al Año Santo de la Misericordia
Una Carta apostólica para el Año de dicado a la Vida Consagarada
Dos Exhortaciones Apostólicas: Evangelii Gaudium sobre el gozo de anunciar el evangelio y Amoris Laetitia sobre el amor en la Familia.
La conformación de un Consejo de Cardenales para la reforma de la Curia Romana
Un Sínodo extraordinario sobre la familia
Viajes apostólicos innumerables seguidos por multitudes.
Un Motu proprio “Sobre la competencia de las autoridades judiciales de la Ciudad del Vaticano en materia penal”, publicado el 11 de julio de 2013.176
Un Motu proprio “Sobre la prevención y el contraste de las actividades de blanqueo, la financiación del terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva”, publicado el 8 de agosto de 2013.
Tres Consistorios.
Canonizaciones
La Constitución apostólica Vultum Dei Quaerere (La búsqueda del rostro de Dios) sobre la vida contemplativa femenina).
Etc.

Hoy, damos gracias a Dios por darnos a Francisco como Papa en este tiempo y sus circunstancias. Al iniciar su cuarto año de Pontificado se alegran nuestros corazones y las campanas de la Iglesia Católica. ¿Y por qué se alegran nuestros corazones y por qué repican las campanas? Respondamos con el poeta: “Por un hombre que es herrero, es soldado y es poeta. Por un hombre que lleva tres estrellas en el alma: el trabajo, la energía y el ensueño. El trabajo que da fuerzas, la energía que da audacias y el ensueño que da glorias”.

Damos gracias a Dios por darnos en Francisco un renovado modelo de humanidad en la vida cristiana. Nos alegramos porque en Francisco aparece, para nuestro tiempo, un modelo de divinidad en la humanidad. Nos congratulamos porque Francisco nos muestra – de manera sencilla – que la vida de Cristo en nosotros es posible y no sólo posible sino un reto que a todos interpela, convoca y desafía. Francisco nos recuerda a diario el valor del evangelio, lo valioso de la vida cristiana y la importancia de “volver siempre a las fuentes” para iluminar nuestras vidas y la vida del mundo con los valores del Evangelio.

Francisco ha vuelto a hacer creíble el Evangelio en la vida de un hombre para todos los hombres. Con su modo de ser y de actuar, con su ministerio petrino, el argentino Jorge Mario Bergoglio, como Papa Francisco, se ha ido convirtiendo, en estos tres años de Pontificado y como dijera el gran dramaturgo Bertolt Brecht, en uno de esos “indispensables”, para toda la humanidad. En uno de esos hombres que validan y hacen creíble y amable hacer parte de la raza humana, del cristianismo y de la Iglesia Católica. ¡AD MULTOS ANNOS!

Mario J. Paredes es director de la Catholic Association of Latino Leaders (CALL), una organización tiene la misión de profundizar la fe católica de los líderes latinos y promover el Evangelio en la educación, los medios y las políticas públicas de EE.UU.. Es también miembro de la American Bible Society y trabajó en la Casa Blanca para el gobierno de Ronald Reagan como encargado de Asuntos Latinoamericanos.

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