El verdadero ayuno es socorrer al prójimo, el falso mezcla la religiosidad con los negocios sucios y los sobornos. Así ha hablado el Papa en la Misa de la mañana celebrada en la Casa Santa Marta.
Las lecturas del día hablan del ayuno, es decir, explica el Papa, “de la penitencia que estamos invitados a hacer en este tiempo de Cuaresma” para acercarnos al Señor.
Dios agradece “el corazón penitente”, dice el Salmo, “el corazón que se siente pecador y se sabe pecador”.
Verdadero ayuno
En la primera Lectura, tomada del Libro del profeta Isaías, Dios reprende la falsa religiosidad de los hipócritas.
Esos que ayunan mientras se encargan de sus propios asuntos, oprimen a los obreros y pelean “golpeando con los puños manchados”.
Por un lado hacen penitencia y por la otra cometen injusticias, llevando “negocios sucios”.
El Señor, sin embargo, pide un ayuno verdadero, atento al prójimo: ayuno para hacer ver o para sentirse justo pero al mismo tiempo, cometiendo injusticias, no son justos, abusan de la gente.
Las obras buenas solo para el Padre
Papa Francisco relata un episodio que le sucedió después de la segunda guerra mundial al padre jesuita Pedro Arrupe, cuando era misionero en Japón.
Un rico hombre de negocios le hizo una donación para su actividad evangelizadora, pero con él estaban un periodista y un fotógrafo. El sobre solo contenía 10 dólares.
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El Papa cita al profeta Isaías, donde el Señor dice a los hipócritas cuál es el verdadero ayuno. Palabras que parecen dichas “para nuestros días”.