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Oscar 2017: Un desliz para la historia

Ramón Monedero - publicado el 03/03/17

Un error imperdonable de última hora ensombreció una gala, en términos generales muy correcta, donde la diversidad fue la nota predominante

Era el momento álgido de la noche. Warren Beatty y Faye Dunaway, aprovechando el cincuenta aniversario de la cinta que los unió para la eternidad en el cine, Bonnie & Clyde, fueron los encargados de entregar el gran premio de la noche, el Oscar a la mejor película.

La gran favorita, La La Land llevaba acumuladas cinco estatuillas al mejor diseño de producción, mejor canción, mejor banda sonora, mejor fotografía, mejor actriz principal y mejor director. Todo apuntaba a que La La Land se iba a llevar el gran premio de la noche, otra cosa habría sido una locura. La única cinta que podía acercarse remotamente al film de Damien Chazelle era Moonlight.

El film, con un miserable presupuesto de 1,42 millones de dólares y una producción de tres semanas cuenta la compleja, dura y no apta para todas las sensibilidades, historia de Chiron, un joven afroamericano que tendrá que encontrarse a sí mismo en un contexto repleto de delincuencia, drogas y sexo.

A Hollywood no suele gustarle las historias demasiado incómodas y Moonlight era una de esas historias. Sin embargo, la película de Barry Jenkins había sido la gran triunfadora de los Premios del Cine Independiente, un certamen que durante los tres últimos años había acertado en la cinta que iba a triunfar en los Oscar, pasó con 12 años de esclavitud, Birdman y Spotlight. Siguiendo esta lógica Moonlight debería llevarse el premio a la mejor película pero solo llevaba dos premios acumulados (guion adaptado y actor de reparto) y además la estrella de La La Land parecía demasiado luminosa y maravillosa como para eclipsarla.

Antes de salir al escenario, a Warren Beatty le dieron un sobre equivocado, el de mejor actriz principal. Al parecer, todas las categorías tienen un duplicado por seguridad. La seguridad de qué es otra cuestión.

El caso es que Beatty, en el último premio de la noche, abrió el sobre equivocado sin saberlo. Cuando leyó lo que el sobre guardaba, su cara era un poema, lo decía todo. En el sobre aparecía el nombre de Emma Stone, que ya había ganado la estatuilla a la mejor actriz. ¡A Beatty le habían dado el duplicado del premio a mejor actriz! El legendario actor, productor y director, sin saber qué hacer ni qué decir, le pasa el sobre a Faye Dunaway que lee “Emma Stone por La La land”, pues ya está, La La Land. Y eso dijo.

Tras los minutos más embarazosos que se recuerdan en la historia de los Oscar se produce un movimiento extraño sobre el escenario. Unos tipos con pinganillo se mueven de un lado a otro con otro sobre en la mano. El desconcierto se extiende entre los ganadores, o supuestos ganadores, que habían ocupado el escenario. Al final, Jordan Horowitz, productor de La La Land, con muy malas maneras, le quitó la tarjeta buena a Beatty (que suplicaba por qué la tierra se lo tragase) y anunció el verdadero triunfador de la noche, Moonlight.

Aún así, este no fue el único despiste de esta accidenta gala. Cuando tuvo lugar el segmento In memorian, para recordar a las personas de la industria que habían fallecido, se utilizó una fotografía de Jan Chapman, productora de cine que sigue viva, para lamentar la desaparición de Janet Patterson, diseñadora de vestuario australiana fallecida el año pasado

Quizá, una opción habría sido callarse ante el equívoco y no haber montado semejante circo con el último galardón de la noche. Nadie se habría extrañado de que La la Land se hubiera hecho con el premio a mejor película. Cuenta la leyenda que en 1993,

había bebido más de la cuenta y dijo el nombre que le vino en gana, Marisa Tomei, por una comedia de tercera sin demasiada gracia como Mi primo Vinny. Si esto es cierto, en aquella ocasión, nadie dijo nada.

Pero en la pasada entrega de los Oscars se armó la gorda. Con el calor del momento la situación se salvó como se pudo aunque, todo hay que admitirlo, no hubo que lamentar daños. Ante todo, reconocer los hechos.

Después del desaguisado televisivo Damien Chazelle (director de La La Land) y Barry Jenkins (director de Moonlight) coincidían en un reportaje de la prestigiosa revista Variety. No sé si detrás hay una astuta jugada para normalizar las cosas y mostrar que “aquí no ha pasado nada”, pero cuentan los que estuvieron allí que, de verdad, entre Chazelle y Jenkins había buena sintonía. Cada uno, con su Oscar en la mano, no podían hacer otra cosa que admitir que, cada uno en lo suyo, son los mejores.

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