Escuchemos nuestra conciencia para evitar destruir nuestra pareja y nuestra familia
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Soy testigo del daño que unos pocos minutos de placer provocan en toda una familia. Se trata de un hombre que va a perder su autoestima y de una mujer y unos niños que van a perder la confianza en el matrimonio o en la vida conyugal.
Hay mujeres que no ven las consecuencias de sus acciones. Una, mirándome fijamente a los ojos, me dice: “Es culpa de mi marido. Si no me hubiera descubierto, ahora no sería infeliz”.
Como consecuencias, familias rotas y padres que ceden todo a sus hijos adolescentes, que les regalan smartphones de última generación sin percatarse que les convierten en consumidores caprichosos, hedonistas sin límites y sin voluntad.
Pero la conciencia que existe en cada uno de nosotros y el amor responsable hacia los hijos y hacia el cónyuge nos debe llevar a rechazar el encuentro adúltero y animarnos a resistir su tentación.
Cómo apostar por la fidelidad
- Ejercite la voluntad al proponerse este objetivo a la semana y procurar cumplirlo como si se tratara del entrenamiento de un atleta.
- Apueste por educar a su hijo en la fidelidad al decirle al menos un “no” al día para ayudarle a aceptar la frustración. Le hará un gran favor.
- Y, si ha caído en la tentación, y sabe que es su punto débil, déjese ayudar. Puede cambiar. La grandeza del hombre con respecto al animal radica precisamente en el dominio de sus impulsos para apostar por algo más grande: su matrimonio y su familia.
Si al leer estas líneas reavivan el sufrimiento del adulterio que padece o padeció, sepa que, aunque su autoestima esté dañada, su valor está intacto y que no es el responsable.