Aprovecha este tiempo para editar tu armario y regalar aquello que ya no te vayas a poner en esta y en la próxima temporada
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El clóset de una mujer es algo así como una bóveda donde guardamos nuestros grandes tesoros y secretos. Está la blusa que usamos cuando conocimos a esa persona especial, el jean que nos hace sentir hermosas, el vestido de aquella increíble cita, los zapatos que nos encantan pero son tan poco prácticos que nunca los usamos, el sweater que nos hace sentir cómodas cuando estamos enfermas y un largo etcétera.
Pero a veces nos aferramos tanto sentimentalmente a estas prendas que terminamos convirtiéndonos en acumuladoras o curadoras de un museo de antigüedades. Muchas de esas cosas, seamos sinceras, nunca más las vamos a usar y podrían tener una segunda oportunidad con personas que realmente las necesitan y las llenen de nuevos recuerdos (sí, esto sonó un poco a la última entrega de Toy Story con Andy regalando sus juguetes, pero es cierto y aplica tal cual).
Sé valiente
Ésta es una de las pocas ocasiones de la vida donde está bien ser despiadada. Lo primero que tienes que hacer es vaciar todo tu guardarropa y hacer tres pilas: donar, conservar y botar. Si quieres invita a unas amigas, pon buena música o enciende tu vela aromática preferida, pero no te detengas a pensar demasiado en cada pieza y mucho menos revises las pilas una vez que hayas terminado el proceso. ¡No caigas en la tentación! ¡Mira hacia delante, nunca hacia atrás!
Aprende a decir adiós
Sé que es fácil decir “tira lo que no usas o lo que no te quede bien” pero puede ser muy difícil hacerlo. Sin embargo, recuerda que al final, como reza un famoso dicho, “las cosas más importantes de la vida no son cosas”. No vas a dejar de recordar ese viaje porque ya no tengas ese morral, o esa cena fabulosa porque el vestido ya no te queda. Esos momentos especiales, uno sin darse cuenta los atesora en el corazón y nunca se van de allí.
Las razones sentimentales nunca deben ser la primera causa por la que algo de ropa esté en tu clóset. Mucho menos te quedes con prendas de un mal momento o te produzcan tristeza o nostalgia. Es hora de pasar la página y permitirle a tu clóset (y alma) tener más espacio para las nuevas oportunidades que la vida te depara.
A veces menos es más
¿Te ha pasado que encuentras una camisa y dices: “Ni me acordaba que la tenía”? Probablemente es porque tienes tantas cosas en tu guardarropa que pareciera que está a punto de explotar y por eso ni siquiera puedas visualizarlo bien, lo que te lleva a decir la gran típica frase: “es que no tengo nada que ponerme”.
Estoy segura que sí tienes que ponerte, pero es más fácil que te inspires o te vistas cada mañana si tienes 30 piezas grandiosas y que te calzan perfectamente a 300 dudosas o que la última vez que te las pusiste fue hace más de 10 años en la escuela. Así que con esta limpieza de armario no sólo estarás ayudando a los demás sino también a ti misma.
Sincérate
Párate frente al espejo y pregúntate: ¿Cómo me luce? ¿Cuál es realmente mi talla? ¿Cuándo fue la última vez que me lo puse? ¿Si viera esto ahora en una tienda me lo compraría? ¿En qué ocasiones lo voy a usar? ¿Cuál es la verdadera razón por la que quiero conservar esta pieza? ¿Tiene alguna mancha o luce desgastada? Si contestas con honestidad todas estas preguntas, el proceso será más corto de lo que crees.
Valga acotar que eso de “ahora soy talla 10 pero voy a conservar estos pantalones talla 6 para motivarme a perder peso”, el 90% de las veces no funciona y tiene el efecto contrario y hace que te deprimas. Ah, y por supuesto, la ropa interior va directo a la pila de descarte, al igual que la ropa manchada o rota.
¡Disfrútalo!
Así como el pintor contempla su obra al culminarla, haz tú lo mismo. Observa esas tres pilas y siéntete orgullosa de lo que hiciste. Reorganiza tu clóset a tu manera, puede ser por color, por ocasión o por temporada. ¡Lo que te simplifique la vida y, sobre todo, las mañanas!
Chequea que toda la ropa para donar esté en buenas condiciones y guárdala en cajas que puedes llevar a la iglesia o a una fundación. Luego alienta a tus amigas o familiares a hacer lo mismo… cuéntales de tu experiencia y dales tus propios consejos.
Sé que estas “limpiezas de clóset” son típicas en enero por la perspectiva de un nuevo año, pero creo que la Cuaresma también brinda una oportunidad perfecta para hacerlo porque nos hace pensar en el otro, nos hace ayunar de egoísmo, nos reconcilia con nosotros mismos y hasta nos puede ayudar a lograr ver lo afortunados que somos al tener tanto mientras otros tienen tan poco.
Si de verdad logramos esto, nuestra ganancia -y la de los demás- será mucho más que simplemente un clóset bien ordenado. ¿Qué más incentivo que ése?
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