El estreno de Jackie nos ha recordado una cinta clave en la historia del cine moderno que puso de moda los turbulentos años 60 en Estados Unidos y todo lo que rodeó al asesinato de John F. KennedyPara que se hagan una idea JFK (1991) es una película de tres horas y media en la que se habla mucho, buena parte del metraje es en blanco y negro, costó unos 40 millones de dólares –moderadamente poco para la época- y recaudó en todo el mundo más de doscientos millones. Un éxito, se mire por donde se mire. Y es curioso, porque JFK no es una película fácil de seguir.
El film ahonda en el asesinato del presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy el 22 de noviembre de 1963 en Dallas a manos de, según la versión oficial, un loco solitario llamado Lee Harvey Oswald que, por complicar un poco la cosas, fue a su vez asesinado cuando era trasladado por el FBI para ser interrogado por Jack Ruby, un tipo relacionado con la mafia de Dallas.
El magnicidio de Kennedy ha sido uno de los más discutidos de la historia de Estados Unidos porque según cuentan los entendidos, hay más agujeros en su versión oficial que en un queso de gruyere. Jim Garrison, un fiscal de Nueva Orleands, tres años después del asesinato, se puso a investigar por su cuenta, sacó más madera de la que podría haber imaginado e incluso consiguió llevar a juicio a un tal Clay Shaw, un ex agente de la CIA acusado de conspirar para matar a Kennedy. Shaw fue absuelto pero años después el propio acusado admitió su relación con la Agencia Central de Inteligencia.
Lo bueno del asesinato de Kennedy es que tiene tantas aristas, tantas acciones decisivas y tantos personajes secundarios que, sin problemas, podría dar para una serie de televisión. Oliver Stoner, conocido y controvertido realizador de películas tan críticas con el establishment americano como Platton, Nacido el 4 de julio o Nixon se atrevió a llevar al cine un libro de Garrison fruto de sus investigaciones que desbarataba hasta en el más mínimo detalle la versión oficial.
La virtud de JFK fue convertir una investigación judicial en un thriller en donde, a efectos prácticos, casi no pasa nada y donde todo gira en torno a un único hecho, el asesinato de Kennedy. El acierto de Stone fue dramatizar los acontecimientos como si se tratase casi de una película de acción y, al mismo tiempo, proponer una interesante reflexión sobre la moral y la justicia. Que se haga justicia aunque se habrá el cielo, llega a decir Jim Garrison (Kevin Costner).
Además, al tiempo que el film se va desarrollando y que la madeja se va haciendo más compleja e inteligible, Stone se las arregla para hacer de la confusión un estilo visual, al tiempo que mezcla formatos de imágenes documentales, con dramatizaciones y momentos del propio largometraje al son de la extraordinaria banda sonora de John Williams. Así, JFK, es un auténtico collage narrativo y verdadero ejemplo de virtuosismo del montaje una y mil veces imitado pero nunca superado.
¿Quién mató a Kennedy? Vea JFK, seguramente al final siga sin saberlo, pero tendrá rondado en su cabeza un montón de preguntas y eso siempre es bueno.