Desde economía hasta ideas divertidas de citas, estas pequeñas sugerencias pueden hacer una gran diferencia en cualquier matrimonioDespués de 42 años desde que se dedicaran su primer guiño cómplice en clase de Álgebra II, mis padres todavía actúan como risueños adolescentes enamorados. Pasean alegremente por la calle, se van de cine, hablan sin parar durante horas y ríen juntos hasta bien entrada la noche.
Solo cuando me casé fui plenamente consciente del peso de las lecciones matrimoniales que había presenciado en mi padre y mi madre. De mi madre, he conseguido una inmensa sabiduría de la vida en general, y del único y privilegiado papel de ser esposa.
Del ejemplo profundo y expresivo de mi padre, que resuena en mí debido a nuestros rasgos de personalidad en común, he aprendido mucho sobre el matrimonio y la vida. Siempre he admirado y he tratado de emular la energía, el optimismo y la inteligencia interminables de mi padre. Es capaz de iluminar una conversación normal con su narrativa carismática y su pensamiento inventivo.
Cuando estamos juntos, no es extraño encontrarnos compartiendo unas risas o una conversación fascinante, jugando a algún juego o trabajando en un proyecto, sea lo que sea lo que hagamos, lo disfrutamos con alegría.
En mi banquete de bodas, mi padre y yo le dimos una vuelta de tuerca más al tradicional baile de padre e hija. Ideó una mezcla de nuestras canciones favoritas y saltamos y bailamos y lo pasamos en grande. Añadimos movimientos especiales con un significado especial. Así es la naturaleza de nuestra relación: toneladas de diversión con una profunda conexión y una capacidad para hablar sobre las cosas importantes de la vida.
Aunque mi matrimonio todavía es joven, me he descubierto usando muchas de las estrategias de mi padre para la vida y las relaciones:
1. Practicar reacciones positivas
Durante el transcurso de unos cuantos años —con una inversión total en el matrimonio y en una vida con cuatro hijos— mi padre sufrió una rotura de brazo, otra de espalda y más tarde de muñeca, lo cual terminó dejándole parcialmente paralizado de su brazo y mano izquierdos.
Pero en vez de quejarse, mi padre relata cómo sus enfermedades y lesiones propiciaron circunstancias positivas en su vida, como el hecho de que la discapacidad y el desempleo terminaron por llevarle hasta un trabajo profundamente satisfactorio. Mi padre mira más allá de los puntos negativos para ver los tremendos regalos que surgen de los desafíos vitales.
La Universidad de Pensilvania, lugar de nacimiento de la psicología positiva, descubrió que las parejas felices y prometedoras ponen énfasis en lo positivo de la vida. Cuando surge el estrés marital, por cosas como el desempleo o una enfermedad, a las parejas que responden con una fortaleza optimista les va mucho mejor.
Cuando falleció mi abuelo mientras mi marido y yo viajábamos por Asia, yo tuve dificultades con estar tan alejada durante un momento tan delicado y emocional. Mi padre me ayudó a ver los aspectos positivos de la situación, como que podíamos ofrecer una misa en honor de mi abuelo en un país tan lejano como Birmania, algo que a mi abuelo le habría parecido insólitamente chulo.
Aunque no estuve físicamente presente durante el funeral, mi marido y yo pudimos celebrar la vida de mi abuelo y mantener el contacto con la familia a través del teléfono, mensajes y abrazos a la vuelta a casa. Aprendimos con la perspectiva positiva y el ejemplo de mi padre sobre que una situación difícil puede tener un resultado hermoso si escogemos verlo de esa forma.
2. Mantener conversaciones financieras regulares
De pequeña escuchaba historias sobre cómo mi padre solo comió sándwiches de mantequilla de cacahuete y mermelada durante años para reducir el gasto en casa y poder ahorrar para el futuro. También recuerdo a mis padres hablando frecuentemente sobre donaciones a la caridad, sobre alternativas de gasto y ahorros para la jubilación. Debatían sobre los gastos y los ahorros con antelación para evitar desacuerdos financieros.
“El compromiso matrimonial y una comunicación saludable se conservan cuando las parejas han establecido unas directrices y unos límites para sus decisiones financieras”, resolvía un estudio de la Universidad Estatal de Carolina del Norte. Mis padres mantienen un plan financiero actualizado al mismo tiempo que fortalecen la comunicación entre ellos.
Gracias a que recuerdo estas conversaciones regulares entre mi madre y mi padre, mi marido y yo —para ser sincera, sobre todo mi marido— llevamos una plantilla con nuestro presupuesto. Tratamos de hablar de nuestras finanzas sin tener que recurrir al vino. Cuando lo dejamos todo claro y bien atado, nos damos cuenta de que las próximas semanas son más tranquilas y que el estrés no nos afecta tanto.
3. Apoyar a tu cónyuge en sus proyectos
El interés de mi marido por la enseñanza nos ha llevado a vivir en el extranjero. Hay días que nuestro futuro incierto puede desbarajustarme emocionalmente y dejarme como un chirriante tiovivo desvencijado.
Mientras mi madre nos educaba en casa, a mí y a mis tres hermanos, y también lograba sacar adelante todo el hogar, mi padre trabajaba en un empleo exigente a tiempo completo y con un largo trayecto de casa al trabajo. En medio de este periodo frenético, mi padre apoyaba a mi madre cuando la invitaban a algún circuito de conferencias. Él permanecía como su mayor fan y la animaba a lanzarse sobre cualquier oportunidad.
El pensar en el ejemplo de mi padre a la hora de apoyar las ambiciones de mi madre me ayuda a recuperar mi firmeza para respaldar a mi marido en sus sueños, aunque eso suponga vivir en un país diferente o no saber cuál será nuestro próximo paso.
El doctor Gary Chapman, autor de Los cinco lenguajes del amor, explica que “las acciones de apoyo a menudo marcan la diferencia entre el éxito y el fracaso”. Anima a las parejas a estimular y respaldar los proyectos de sus cónyuges, sean grandes o pequeños.
4. Escoger la integridad, incluso cuando no es conveniente
El doctor James Craig, un terapeuta matrimonial de Indiana, opina que “la amenaza definitiva para los matrimonios de hoy en día no es el estrés de origen externo, sino lo que sucede en el interior [de la relación]”. Según continúa: “La gente se centra más en lograr ser felices ellas mismas que en hacer lo que es correcto”. A menudo he visto a mi padre priorizando el camino de la rectitud y la integridad.
Cuando la madre de mi madre estaba al borde de la muerte por un cáncer, mi padre trasladó a su joven familia para estar más cerca de ella. Aunque se sacrificaba con un trayecto a su trabajo de casi tres horas, dejó a un lado su conveniencia para poner primero a mi madre, a mi abuela y a los demás.
No he tardado mucho en darme cuenta de que poner primero a mi marido y hacer lo correcto en un matrimonio es más difícil de lo que parece.
Cuando mi marido y yo diferimos, hace falta poder mental y emocional para mostrar paciencia y entendimiento. Requiere poner un pie fuera de mis propios deseos y mi hilo de pensamiento para hacer lo que es correcto. Basándome en mi rendimiento hasta ahora, imagino que cualquier coach honrado me diría que necesito más práctica.
5. Organizar citas divertidas
A veces mi marido y yo nos estancamos en el trabajo y en la planificación de nuestro futuro y se nos olvida divertirnos.
Recuerdo que cuando éramos más pequeños, mi padre daba prioridad al tiempo con mi madre, porque sabía que si seguían organizando citas juntos mantendrían la llama del romance. A día de hoy, encuentra tiempo de la forma que pueda para salir de cita con mi madre y pasarlo bien juntos, ya sea en una cena, una película o un paseo por la ciudad.
Mi marido y yo nos hemos dado cuenta de que incluso después de una escapada sencilla, como un evento gratuito de la comunidad o un paseo en bici, nos sentimos refrescados y reconectados como pareja.
Siempre estaré agradecida por las formidables lecciones que aprendí del carácter y del ejemplo de mi padre, y continuaré luchando por tener un matrimonio sano y duradero como el de mis padres. Si empleamos los sencillos secretos que funcionaron en parejas que admiramos, podemos conseguir mucho a la hora de ayudar a fortalecer nuestros propios matrimonios.
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