El país más pobre del continente americanoEl pasado 7 de febrero, tras un larguísimo proceso electoral que culminó en noviembre de 2016 –proceso que fue interrumpido hasta en tres ocasiones por problemas sociales y por el huracán Matthew—el empresario Jovenel Moïse (Trou-du-Nord, 26 de junio de 1968) prestó juramento como presidente de Haití.
En el discurso pronunciado tras juramentar el cargo, en ceremonia celebrada en el Parlamento de la capital haitiana Port-au-Prince, Moïse aseveró que si los haitianos “cambiamos de mentalidad” el país más pobre del continente americano –con un índice de 60 por ciento de habitantes viviendo en la más absoluta miseria—va a mejorar.
Entre otras cuestiones, Moïse se comprometió a crear condiciones “para que retornen los que masivamente han emigrado en busca de trabajo” al tiempo que aseguró que el pueblo haitiano “ha elegido paz y orden sobre la incertidumbre” y prometió que durante su mandato “no se utilizará la justicia con fines políticos” y se emplearán los recursos para desarrollar el país.
Pocas horas antes de la ceremonia civil, que pone fin a un largo proceso iniciado en 2015, el cardenal haitiano Chibly Langlois presidió una celebración litúrgica, seguida por un Te Deum, en donde subrayó la necesidad, para el nuevo jefe de Estado, “de escoger personas honestas y competentes para su equipo, pensando sobre todo en el bien de los más vulnerables y pobres”.
Una nación donde quepan todos
El primer cardenal haitiano en la historia de la Iglesia católica, recordó a Moïse que él es el presidente de todos los haitianos, y debe estar al servicio del pueblo de Haití, con el fin de mejorar las condiciones de vida de la población. Subrayando este pedido, poco más tarde, en el juramento como nuevo presidente de Haití, Moïse exhortó a los ex candidatos presidenciales y demás políticos, a los que votaron en su favor y en contra, a “unirse a su gobierno en la tarea de construir una mejor nación para todos los haitianos”.
El cardenal Langlois reconoció que “la tarea que tenemos en nuestras manos es enorme” por lo que es tiempo “de trabajar y actuar” e invitó a Moïse “a asumir sus responsabilidades personales y sociales” y a él junto con todo su equipo de trabajo a “dejarse guiar por la palabra Dios” para sacar a Haití de la miseria. Esto solamente será posible –terminó diciendo el cardenal Lnglois—si el gobierno trabaja para el pueblo garantizando al mismo tiempo el Estado de Derecho. “En esta perspectiva, el Estado debe tomar medidas para reconstruir el país y fortalecer las instituciones”.
El proceso electoral haitiano pudo llegar a su fin –tras un año y medio de interinato– en buena medida por la mediación de la Iglesia católica, cuya figura principal, el cardenal Lnglois, ha sido clave para que la crisis institucional y de gobierno no estallara en un conflicto social de dimensiones incalculables.