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Vidas innecesariamente puestas en peligro

Jaime Septién - publicado el 08/02/17

Los obispos de EEUU y México contra el Muro de TrumpLos obispos de Estados Unidos y de México se han mostrado apesadumbrados por los constantes anuncios de la administración de este país en torno al proyecto de construcción de un muro fronterizo para detener a los migrantes de México y Centroamérica y la posibilidad de deportación de millones de migrantes indocumentados que viven y trabajan en ese país.

Los obispos mexicanos de la frontera norte y los estadounidenses de la frontera sur han trabajado de manera conjunta para atender a los fieles católicos que habitan en esa franja, enmarcándolos propiamente en una sola ciudad, sin la frontera de por medio; comunidades de fe atendidas por dos diócesis (como Matamoros y Brownsville, o Laredo y Nuevo Laredo, en Texas y Tamaulipas, por ejemplo).

“Lo primero que nos duele es que muchas personas que viven su relación de familia, fe, trabajo o amistad, quedarán bloqueadas aún más por esta inhumana interferencia”, han dicho los obispos mexicanos en un reciente documento firmado por el responsable de Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado Mexicano, el obispo de Cuautitlán, Guillermo Ortiz Mondragón.

Los más débiles son los que más van a sufrir

En consonancia con sus pares mexicanos, el obispo de Austin y presidente del Comité de Migración del episcopado estadounidense, Joe Vasquez, había dicho que el muro fronterizo “pondrá las vidas de inmigrantes innecesariamente en peligro”, pues los migrantes, especialmente las mujeres y los niños vulnerables, serán más susceptibles a los traficantes y contrabandistas.

“Además, dijo el obispo estadounidense, la construcción de tal muro desestabiliza a muchas comunidades llenas de vida y bellamente interconectadas que habitan pacíficamente a lo largo de la frontera. En vez de construir muros, en este momento, mis hermanos obispos y yo seguiremos actuando a ejemplo del Papa Francisco. Queremos construir puentes entre personas, puentes que nos permitan romper los muros de la exclusión y de la explotación”.

Por su parte, los obispos mexicanos se comprometieron a seguir apoyando “cercana y solidariamente a tantos hermanos nuestros que provienen de Centro y Sudamérica, y que van en tránsito a través de nuestro país hacia los Estados Unidos”, sobre todo porque la Iglesia católica en México sigue siendo la principal promotora de cuidado de los migrantes que van en tránsito a la frontera norte, la mayor parte procedentes de Guatemala, El Salvador y Honduras, aunque, recientemente, se han sumado nicaragüenses, cubanos, haitianos y nativos de África

Desbordados por el fenómeno migratorio

Ya en su reflexión sobre la orden ejecutiva de construir el muro, los prelados mexicanos, encabezados por Ortiz Mondragón, pidieron a la nueva administración, encabezada por el presidente Trump, “hacer una reflexión más profunda acerca de los modos como puede procurarse la seguridad, el desarrollo, la activación del empleo y otras medidas, necesarias y justas, sin provocar más daños de los que ya sufren los más pobres y vulnerables”.

El propio obispo Ortiz Mondragón, en el reciente encuentro “Caminando con los migrantes según la fe”, celebrado en la ciudad norteña de Chihuahua, Estado limítrofe con Estados Unidos, subrayó que la movilidad es un derecho: “toda persona tiene derecho como ser humano a tener una identidad en cada país, somos una sola humanidad, pero cuando se transita de manera ilegal, existen numerosos riesgos como el exponerse a grupos criminales, y lo que es un derecho se convierte en una situación de sufrimiento”.

Sin embargo, dijo el encargado de Movilidad Humana del episcopado de México, el tema migratorio “se ha convertido en un problema, es algo que no conseguimos gestionar, está desbordando a cualquier institución y a cualquier gobierno, no tengamos miedo de decirlo, al contrario, tenemos que enfrentarnos a esta realidad, incluso a la Iglesia misma la está desbordando”.

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