Piensas que eso no va a pasar en tu familia, y ¡zas! ¡Sucede!Dime si no… Antes, la frase era: “Hasta que la muerte nos separe”. ¿Y hoy? Pues que no es la muerte la que nos hace distanciarnos sino el dinerito. Tristemente, cada vez es más recurrente saber de historias de familias peleadas por dinero, o bien, de hijos se no se hablan con el papá por cuestiones económicas.
Y qué me dices cuando entre hermanos se despedazan por problemas de herencias dónde no importa que tanto se lastimen o se despedacen, al grado de que, entre hermanos, se demandan y se meten a la cárcel con la mano en la cintura con tal de obtener “aquello”. Es terrible y dolorosísimo ver a hijos contra padres, padres contra hijos y todo por asuntos de billetes; abogados y juzgados vienen y van (cabe mencionar que, con tanto pleito, las carteras de los abogados son las únicas que salen beneficiadas).
Y uno observa y piensa, ¡pobres locos!, ni a mí ni a mi familia nos va a pasar eso JAMÁS… Y zas, ¡qué sí nos pasa! Familias de renombre, de grandes apellidos y estatus social, eso sí, muy “altruistas y caritativas”, familias dónde supuestamente Dios es el centro de sus vidas…Sí, ¡cómo no! Como dice el dicho, “Esto pasa hasta en las mejores familias”. Y sí pasa, mucho más frecuente de lo que nos imaginamos.
Pareciera que el dinero tiene alma. ¿Pero será que el dinero tiene tanto poder para transformar a las personas y para deshacer familias que se supone eran muy unidas? ¿Qué es eso que el dinero tiene que hace cambiar corazones y provocar traiciones hasta olvidarnos de aquellos que son de nuestra familia? ¿Qué autoridad tiene el dinero sobre las personas que es más grande que ellas mismas, que controla su voluntad, que anestesia su espíritu y les llena de soberbia, tanto que les vale deshacer la vida de los demás sin interesarles lo que sienten o lo que puedan provocar en ellos?
¿Qué dominio tiene el dinero sobre esas gentes que nos les importa que el pan que llevan a su casa sea fruto del abuso, del dolor y de las lágrimas de alguien de su misma sangre? ¿Qué invidencia provocará la avaricia que les deja ciegos para ver que ellos solos se están echando una maldición generacional? Así es, maldición no solo para ellos sino para sus hijos (y que consté que eso no lo inventé yo).
Bien dicen que “elegante caballero es don dinero”. Que atributos tan extraños tiene que nos hace sentir grandes, valiosos, omnipotentes e invencibles. Como si el día que nos muramos nos fuéramos a llevar las cuentas bancarias, el súper auto o esas joyas que nos hacen sentir tan valioso. Si en vida tu “dios” ha sido el dinero o los bienes materiales, te cuento que ese dios no trasciende y que tu adoración es hacia un apego que nunca te saciará. Aún peor, entre más tengas, más desearás y serás -literal- como un barril sin fondo.
Y bueno, es lógico que las personas con avaricia sigan teniendo ese apuro de “poseer”, de atesorar sin límites ni llenadera y de vivir encariñados a sus bienes y es que todos los seres humanos siempre tendremos esa necesidad de llenar vacíos interiores, nada más que esos vacíos únicamente se llenan del verdadero amor, de ese que no se compra ni se vende, de ese que tiene un valor infinito y no un precio. Así que cada vez desearán tener más y más, sin embargo, nunca estarán satisfechos. ¡Qué triste! Gente tan pobre que lo único que tiene es dinero.
A ti y a mí nos siguen doliendo las traiciones, el desamor y las humillaciones de quienes más amábamos y confiábamos. Quizá también a nosotros nos han cambiado por unas cuantas monedas…Pareciera que vivimos rodeados de traidores… Nada de esto tiene sentido…
Qué dolor tan profundo se siente cuando tu familia te cambia por dinero, cuando a sus ojos tienen más aprecio y valor otras cosas que tu persona. Los hermanos con los que creciste, los primos con los que de niño jugabas y compartías sueños y hasta lágrimas ya nos están, ya no figuran en tu vida, simplemente tomaron una decisión, eligieron y no escogieron la historia de amor que les unía. A sus ojos, esa historia tuvo un precio y no valor… ¡Ay caramba! Se sienten unos enormes deseos de tirar la toalla; la desilusión del desamor no hay palabras que el corazón y mucho menos la razón le puedan describir…
Podemos sentir desesperanza y hasta deseos de no seguir, pero ¿sabes? Te diré algo que quizá en este momento por el dolor no puedas dimensionar ni entender, sin embargo, es la pura verdad. Las personas que valorarán tu vida, parientes o no, son aquellas que reconocen y respetan su propio valor como personas. Son seres que saben amarse, valorarse, apreciarse, sobre todo, respetarse a sí mismas y, por lo tanto, tienen la capacidad de amar, de valorar, de apreciar y de respetar a los demás.
Tú tienes un valor infinito, una dignidad que no hay precio que le alcance. Eres grande y valioso a los ojos de tu Creador, eres precioso para esos de mirada limpia que saben ver a través de los ojos del alma y eres muy amado y apreciado por aquellos que no mantienen ni su vista ni su corazón en las cosas del mundo. Redirige tus pensamientos y recuerda cuántas veces has sido rescatado del infierno del sufrimiento y vuelve la esperanza a ti.
Confía que aún los eventos más dolorosos e inexplicables de la vida se encaminan a un bien mayor porque donde abunda la tristeza sobreabundará la alegría y la Gracia. Lo único que necesitas es creer, sobre todo, creer en ti reconociendo el valor y la dignidad que posees; ese valor y esa dignidad nadie te los podrá arrancar porque son solo tuyos.
“Omni Bonum”, todo es para bien… Dios triunfa hasta en aquello que parece una derrota… No seas tú uno más, de esos que -como mencioné anteriormente- son tan pobres, pero tan pobres que lo único que tienen es dinero.