No se trata de hacerlo todo bien sino de entregarme con amorPuedo lograr mucho más de lo que hoy sueño. Puedo cambiar mi vida. A veces me propongo adelgazar, hacer más deporte, dejar de fumar, llevar una vida más sana. Tengo buenos propósitos. A veces duran poco porque me desanimo en seguida y dejo de creer en el cambio. Dejo de pensar que es posible.
Pero siempre puedo hacer mucho más de lo que hago. Puedo ser mejor persona, más humano, más misericordioso, más niño. Todo depende de mi actitud interior ante la vida, de mi fe.
Sé que no tengo que hacerlo todo bien para ser fiel a Dios. Él no lo pretende. Pero quiero hacerlo todo con amor, con misericordia. Y dejar de lado esa mentalidad negativa que no me deja crecer.
Travis Bradberry habla de una actitud tóxica ante la vida. Me hace daño pensar que “mi destino está escrito”. Y explica: “Muchas personas sucumben a la idea irracional de que están destinadas a triunfar o a fracasar. Tu destino está en tus manos, y responsabilizar de tus éxitos o de tus errores a fuerzas que escapan a tu control es escurrir el bulto. En algunas ocasiones, la vida te dará malas cartas, pero, en otras, te dará ases. La disposición para darlo todo en cada mano es la que determina el triunfo o el fracaso”.
No estoy condenado al fracaso. Muchas veces mi actitud ante la vida condiciona lo que sucede. Lo que creo es lo que acabo creando con mis gestos. Si no creo en la victoria es difícil que pueda ganar, porque no creo en mí, ni en mis posibilidades.
Si, por el contrario, creo con todo el corazón en la victoria, seguro que puedo llegar más lejos y puedo alcanzar la cima de la montaña. Puede ser, tal vez, que no triunfe al final. Pero seguro que llegaré más alto que si pienso que no puedo lograr lo que sueño.
Es posible el cambio. Puedo crecer. Puedo mejorar. Dios me bendice para que no deje de luchar. Puedo cambiar mi mentalidad para enfrentar la vida, mi forma de vivir. Puedo fracasar o triunfar. Y tal vez no es eso lo más importante. Lo que importa es mi lucha, mi esfuerzo, mi entrega.
Tengo delante un sinfín de posibilidades que me da Dios para crecer, para amar más. Decía Viktor Frankl: “La transitoriedad de nuestra existencia en modo alguno la vuelve carente de sentido; por el contrario, espolea nuestra responsabilidad si comprendemos que las posibilidades son esencialmente transitorias. Es decir, de las múltiples posibilidades presentes en cada instante, es el hombre quien condena a algunas a no ser y rescata a otras para el ser“[1].
Tengo muchas posibilidades por delante. Son pasajeras. De mí depende que se hagan vida. Aprovecharlas o dejarlas pasar. Puedo cambiar las cosas. Puedo ser mejor. Puedo elegir bien. De mí depende.
Quiero sembrar semillas de eternidad que den fruto en otros corazones. Tal vez lejos de mí. Tal vez dentro de mucho. Siembro para la eternidad. Quiero hacer fecunda mi vida para otros. El fracaso es dejar pasar la vida sin hacer nada. El verdadero éxito de mi vida, fracase o triunfe en el intento, es darlo todo por amor.
[1] Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido