Los premios de la Academia de Cine Español ejemplifican el dilema cine comercial contra cine pequeño de escasa repercusión internacionalEl Goya a la mejor película fue para Tarde para la ira, mientras que el galardón al mejor director fue para Un monstruo viene a verme. Resulta evidente que el gran premio de la noche es el de mejor película (para Tarde para la ira), pero no es menos cierto que Un monstruo viene a verme se llevó el segundo gran reconocimiento de la noche junto con otros ocho galardones. Nueve en total frente a los cuatro de Tarde para la ira. ¿Moraleja?
Sospecho que en la Academia debe de haber cierto y muy saludable debate. Cine español, típico, tópico y barato, que le cuesta llegar al millón de euros de recaudación o cine con vocación internacional, impecable factura técnica, estrellas internacionales y mucho más caro que logra superar los 25 millones de dólares.
No debería hacer falta excluir una cosa para que existiera la otra pero sí que vendría bien tomar conciencia del problema. Como diría Alfred Hitchcock, el cine es una sala que hay que llenar de gente.
Sim embargo, el problema es mucho mayor. Mientras en España nos sentimos encantados porque la media de espectadores que eligieron ir al cine a ver una película española aumenta seguimos cerrando los ojos ante una realidad aplastante y es que el cine español, salvo unas pocas excepciones, no interesa al gran público.
Pero el problema no termina aquí. Porque quizá, con la única excepción de Pedro Almodóvar y de carambolas como Ocho apellidos vascos, el cine español que funciona en taquilla es emocional, conceptual y espiritualmente puro Hollywood.
Para entendernos, Un monstruo viene a verme está más cerca de la obra de Steven Spielberg que de cualquier director español. Y lo mismo se podía decir de Alejandro Amenábar, un director que como Bayona, se ha formado consumiendo cine hecho en Hollywood.
Yo me imagino la pasada gala de los Goyas todos aplaudiendo a rabiar en la fiesta del cine español mientras no dejaban de caer premios para una película rodada en inglés, basada en un relato de un norteamericano, rodada casi íntegramente en Gran Bretaña, protagonizada por extranjeros y con dos estrellas como Sigourney Weaver y Liam Neeson. La fiesta del cine español, que es así.