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Los padres necesitan concentrarse menos en los buenos modales y más en los corazones de los niños

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Dejan Ristovski | Stocksy United

Ashley Jonkman - publicado el 04/02/17

Sería mucho mejor ver a mis hijos buscar el bienestar y el bien de los otros que simplemente repetir “lo siento mucho” o “gracias”

Yo soy “madre de niños”. Paso mis días oyendo cosas sobre Star Wars, Transformers y “matar ladrones”. Si bien mis hijos, ahora entre los tres años y medio y los diecinueve meses, a veces presentan una gran simpatía – como traerme muñecos de peluche, cobertores y agua cuando estoy enferma -, aún tenemos un gran camino que recorrer en la vida cotidiana.

Como madre de estos pequeños guerreros, muchas veces intento navegar en un difícil equilibrio entre la gestión de sus instintos naturales para proteger y ser firme en la tentativa de volverlos mejor portados. Un nuevo estudio realizado por la Sesame Workshop (del programa de educación Sesame StreetPlaza Sésamo) evaluó a más de 2000 padres y 500 profesores y discutió la importancia de la empatía y la bondad. 86% de los profesores y el 70% de los padres dijeron que nuestros hijos están creciendo en un mundo cruel, y la mayoría de los participantes dijo que el desarrollo de la bondad en los niños era más importante que el desempeño académico.

Pero, asombrosamente, los padres y los profesores tenían diferentes definiciones de empatía.

La desconexión entre padres y educadores

Los profesores definieron empatía como útil, mientras que los padres dijeron que prefieren que sus hijos tengan bondad en lugar de empatía. En lugar de enfocarse en la empatía, los padres comparan bondad con buenos modales y delicadeza.

Me identifico con esos padres bien intencionados. Gran parte del tiempo me veo enfocada en el comportamiento exterior de mis hijos, en la forma en como se deben portar, especialmente en público. Enseño a decir gracias, pero no me preocupo en enseñarles sobre la empatía y preocuparse por la otra persona, solamente en repetir las palabras robóticamente – así demuestran que tiene buenos modales. Estas acciones parecen correctas, pero si mis hijos sólo aprenden a repetir las palabras sin empatía, no habré hecho mi trabajo.

En el caos de la vida cotidiana, con niños pequeños, no tengo vergüenza en admitir que a veces la sabiduría entra en nuestra casa a través de medios no tradicionales, como la televisión. Nosotros llevamos a nuestros hijos a la iglesia cada semana, leemos la Biblia en la noche y tenemos muchos amigos que tienen la misma opinión que nosotros y nos ayudan a guiarlos en dirección al amor y la misericordia, pero yo fácilmente los incentivo a que parezcan “buenos”, en lugar de abordar lo que pasa dentro de sus pequeños corazones y mentes.

Estoy feliz de conocer programas como Plaza Sésamo y otros, que le recuerda a toda mi familia lo que es la verdad, la bondad, el amor y la compasión (cosas fundamentales para mi fe). Y sería mucho mejor ver a mis hijos buscar el bienestar y el bien de los otros que simplemente repetir “lo siento mucho” o “gracias” – cuando, en realidad, su corazón está lejos de ser agradecido.

Jennifer Kotler Clarke, responsable de la investigación y evaluación en Sesame Workshop, está de acuerdo. Ella sugiere que algunos padres asumen que enseñar a un niño en edad escolar es una buena manera de construir empatía.

La cortesía es importante, pero enseñar a nuestros hijos a pensar sobre lo que los demás necesitan y pueden sentir es el fundamento de los buenos modales. En caso contrario, es sólo un maquillaje y ninguna sustancia.

En última instancia, yo se que el hombre mira al exterior de la persona, pero Dios ve (y se preocupa más sobre) lo que está en el corazón. Y mientras yo no puedo forzar la empatía en nadie – Dios es quien esencialmente cambia el corazón -, yo puedo continuar guiando a mis hijos y enseñarles la bondad que va más allá de ser cortés cuando los adultos están viendo.

Mirar hacia fuera, las necesidades de los demás, y servirles de forma práctica, ayuda a los niños a entender (y me lo recuerda también) que la empatía y la compasión vienen de dentro, y van mucho más lejos que las meras palabras. Cualquiera puede decir un rápido “gracias”, y yo continuaré insistiendo para que mis hijos lo digan, pero también voy a profundizar con ellos, discutiendo que lo que importa es lo que está dentro de nosotros y cómo nos demostramos amor los unos a los otros. Dejaré que vean programas como Plaza Sésamo – parece que les gustan los recordatorios sobre la empatía y la bondad con base en la acción. Las lecciones son un buen repaso para mí, también.

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